lunes, 17 de abril de 2017

Notición: NASA confirma la presencia de hidrógeno en los géiseres de Encélado.


Hace unos días hablamos en este blog sobre Encélado, la modesta luna de Saturno que ha saltado a la fama por la existencia de un océano global interior calentado por fuentes hidrotermales. Ahora, pocos días después, NASA anuncia un hallazgo que confirma la existencia de estas fuentes y añade atractivos ingredientes para la habitabilidad del satélite.

El 28 de Octubre del 2015 la veterana sonda Cassini realizó un sobrevuelo a 49 kilómetros de la superficie de Encélado, a una velocidad de 8,5 km por segundo. Atravesó la zona llamada de las "rayas de tigre", donde se encuentran los géiseres que descubrió el año 2005. Cassini utilizo su instrumento INMS (Ion Neutral Mass Spectrometer) para realizar un análisis del material expulsado por estos penachos y precisó que se componen en un 98% de agua, 1% de hidrógeno y 1% de otros gases. Los resultados de la pesquisa fueron publicados en la prestigiosa revista Science.

El hallazgo de hidrógeno molecular (los géiseres arrojan unos 200 kilos por segundo de este elemento) es de vital importancia, porque es posible sostener que este hidrógeno se origina gracias a la interacción entre el agua caliente de las fuentes hidrotermales y las rocas del fondo del océano, lo que equivale a presentar una prueba sólida de la existencia de estas fuentes. Pero hay algo más sabroso... y es que los astrobiólogos no han dejado de notar que en la lejana Encélado están presentes todos los ingredientes primordiales en la receta de la vida: abundante agua, energía y los elementos químicos apropiados. 


Concepción artística de la sonda Cassini atravesando los géiseres del polo sur de Encélado (NASA).


Corte esquemático de Encélado. Posee un núcleo rocoso rodeado por un océano global (que hace el papel de manto) y una corteza superficial de hielo. Los géiseres son visibles en el polo sur (NASA).


El punto clave es que hipotéticos microorganismos de Encélado podrían utilizar el hidrógeno presente en el océano como fuente de metabolismo. Lo combinarían con dióxido de carbono en un proceso llamado metanogénesis, debido a que el metano es un subproducto. De hecho, la sonda Cassini registró trazas de metano en su análisis de los penachos de Encélado, pero también es posible que este metano tenga un origen geológico (al estilo del metano detectado en la atmósfera de Marte). La apuesta es que microorganismos extremófilos metanógenos prosperen cerca de las fumarolas, en forma análoga a como sucede en lo profundo de nuestros océanos.

De momento estamos en ascuas y no es exagerado decir que muchos especialistas tienen el corazón en un puño. Lo mejor sería bajar las revoluciones para no engañarnos con falsas expectativas. Es preciso aclarar que Cassini no ha descubierto vida en Encélado, básicamente porque sus instrumentos científicos no fueron diseñados con ese objetivo, pero lo cierto es que nunca antes habíamos descubierto tal combinación de factores favorables para el desarrollo de la vida, y el puntaje de habitabilidad de Encélado se ha disparado hasta las nubes, sobrepasando a Europa. De todas formas hay varios obstáculos que resolver...el primero es el factor tiempo. La vida no es un fenómeno que surja en un parpadeo. La aparición de la vida sobre nuestro planeta fue un proceso que requirió miles de millones de años y todos están de acuerdo en que largos períodos de tiempo son esenciales para dejar que la naturaleza ejecute su magia. El problema es que algunos sostienen que Encélado sería una luna joven, con una edad que andaría entre los 60-100 millones de años, demasiado poco (a escala geológica por supuesto) para permitir el desarrollo de la vida. En este sentido Europa corre con mejores opciones, porque se habría formado junto a los demás planetas del sistema solar, hace unos 4.500 millones de años.

El segundo punto que podría jugar en contra de la habitabilidad de Encélado es que nadie sabe de donde surge la energía que permite la existencia de fuentes hidrotermales en el fondo de su océano. El satélite apenas tiene 500 kilómetros de diámetro. Las fuerzas de marea de Saturno explican una parte, pero no toda, y algunos especialistas se preguntan si este océano subterráneo de Encélado es un evento temporal. De ser así, en algún momento (vaya usted a saber cuando) el agua se congelará otra vez.

En fin, que por ahora nos quedaremos con la duda. La sonda Cassini se despidió ya de Encélado, no volverá a sobrevolar el satélite a una distancia tan corta pues la veterana exploradora se está preparando para su mediático gran final de septiembre, cuando se arroje en misión kamikaze sobre Saturno. El envío de otra misión no se espera hasta el 2022 -si todo va bien- y por ahora NASA está enfrascada en el diseño (y en el presupuesto) de una sonda de exploración a Europa, la esperada misión Europa Clipper. Lo positivo es que una futura misión a Encélado podrá limitarse a "olfatear" los géiseres del hemisferio sur, sin necesidad de aterrizar sobre la superficie, y menos aun fajarse en perforar la corteza exterior de hielo, que en esa zona tendría unos cinco kilómetros de espesor.

Quien sabe...tal vez la vida se agita en esta ignorada luna de Saturno...ciertamente un lugar impensado. Tal vez Encélado recibió a Cassini con el espectáculo de sus géiseres, a modo de venas que la conectan con su corazón liquido y profundo...el cálido saludo de otras formas de vida hacia la humanidad.





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