Hace unas semanas charlamos sobre TRAPPIST-1, una enana roja ubicada en la constelación de Acuario que saltó a portadas porque a su alrededor orbitan siete planetas, varios de ellos rocosos y ubicados en la zona de habitabilidad de la estrella.
Los lectores habituales de este blog ya saben a que nos referimos cuando hablamos de zona de habitabilidad, una zona determinada (de extensión variable, dependiendo de cada estrella) en que un planeta podría mantener agua en estado líquido sobre su superficie. Hay una amplia serie de factores que juegan en la ecuación, pero esta clase de mundos, sólidos y ubicados en la zona de habitabilidad, son las opciones lógicas para orientar la búsqueda de vida fuera de nuestro mundo. Hay quienes piensan que hemos empezado mal la búsqueda, y que sería mucho mejor enfocar recursos en las prometedoras lunas Encélado, Titán y Europa, en nuestro propio sistema solar. El asunto es que allá "afuera" hay miles de millones de exoplanetas esperando ser descubiertos, un campo de estudio gigantesco, una reserva inagotable de opciones en caso de descartarse la presencia de vida en las lunas del sistema solar exterior.
Ahora tenemos un nuevo candidato en la carrera por la búsqueda de mundos habitables. El European South Observatory (ESO) anunció el descubrimiento de un exoplaneta ubicado a unos 40 años luz de distancia, en dirección a la constelación de Cetus (La ballena) alrededor de la estrella LHS 1140. El nuevo mundo ha sido bautizado como LHS 1140b (la designación de su estrella madre más la letra "b") y sería una supertierra ubicado en el límite exterior de la zona de habitabilidad.
LHS 1140b orbita alrededor de una estrella enana roja con solo un 15% de la masa de nuestro Sol y un diámetro mucho menor. Ya sabemos que estrellas de esta clase pueden emitir cantidades letales de rayos X y ultravioleta durante su juventud, pero LHS 1140 es un astro bastante bien portado, y esta característica hace que suban las probabilidades del planeta de mantener una atmósfera digna de ese nombre.
Se ha estimado que LHS 1140b tendría una edad de 5.000 millones de años y un diámetro 1,4 veces mayor que nuestro planeta, pero su densidad sería hasta siete veces mayor. Esta circunstancia hace sospechar que el planeta tiene un denso núcleo de hierro, y que existiría la posibilidad que el planeta posea un potente campo magnético para protegerlo de la radiación emitida por su estrella madre.
LHS 1140b orbita a 0,1 UA de su estrella (más que Mercurio del Sol) y tiene un período de traslación de 25 días. Estaría ubicado en el límite exterior de la zona de habitabilidad, por tanto existe la posibilidad de que el planeta mantenga agua en estado líquido sobre su superficie. Dado que LHS 1140b es una débil enana roja, la zona de habitabilidad se encuentra mucho más cerca de la estrella que en el caso de nuestro Sol. Sobre su atmósfera solo es posible hacer conjeturas y habrá que sentarse a esperar observaciones de la futura generación de telescopios especiales (James Webb) y terrestres (Magallanes, ELT) para determinar la presencia de biomarcadores.
El hallazgo del planeta lo debemos a las instalaciones del proyecto MEarth Sur en Chile. Fue descubierto mediante el método de tránsito, que implica detectar cuando el planeta cruza frente al disco de su estrella y produce una pequeña disminución en su curva de brillo. Los instrumentos modernos son capaces de detectar estas mínimas fluctuaciones y deducir la existencia de un planeta. En base a estos datos se utilizó el espectrógrafo HARPS (High Accuracy Radial velocity Planet Searcher) instalado en el telescopio de 3,6 metros del telescopio La Silla en Chile, propiedad de la ESO. En definitiva, que el hallazgo fue confirmado por una fuente independiente y utilizando un método distinto (velocidad radial). Los resultados fueron publicados en la revista Nature.
Las enanas rojas siguen siendo fuente de valiosos hallazgos: Próxima b, los mundos del sistema TRAPPIST-1, LHS 1140b, todos orbitando alrededor de astros de esta clase, un tema que no nos puede sorprender porque las enanas rojas serían las más abundantes de nuestra galaxia (hasta un 75% del total) y del universo. Sin duda los descubrimientos seguirán y vendrán tiempos muy movidos para los especialistas.
Ahora tenemos un nuevo candidato en la carrera por la búsqueda de mundos habitables. El European South Observatory (ESO) anunció el descubrimiento de un exoplaneta ubicado a unos 40 años luz de distancia, en dirección a la constelación de Cetus (La ballena) alrededor de la estrella LHS 1140. El nuevo mundo ha sido bautizado como LHS 1140b (la designación de su estrella madre más la letra "b") y sería una supertierra ubicado en el límite exterior de la zona de habitabilidad.
Concepción artística del planeta LHS1140b (ESO). |
LHS 1140b orbita alrededor de una estrella enana roja con solo un 15% de la masa de nuestro Sol y un diámetro mucho menor. Ya sabemos que estrellas de esta clase pueden emitir cantidades letales de rayos X y ultravioleta durante su juventud, pero LHS 1140 es un astro bastante bien portado, y esta característica hace que suban las probabilidades del planeta de mantener una atmósfera digna de ese nombre.
LHS 1140b orbitando alrededor de su estrella, una enana roja situada a 40 años luz de distancia (M. Weiss / CfA). |
Se ha estimado que LHS 1140b tendría una edad de 5.000 millones de años y un diámetro 1,4 veces mayor que nuestro planeta, pero su densidad sería hasta siete veces mayor. Esta circunstancia hace sospechar que el planeta tiene un denso núcleo de hierro, y que existiría la posibilidad que el planeta posea un potente campo magnético para protegerlo de la radiación emitida por su estrella madre.
LHS 1140b orbita a 0,1 UA de su estrella (más que Mercurio del Sol) y tiene un período de traslación de 25 días. Estaría ubicado en el límite exterior de la zona de habitabilidad, por tanto existe la posibilidad de que el planeta mantenga agua en estado líquido sobre su superficie. Dado que LHS 1140b es una débil enana roja, la zona de habitabilidad se encuentra mucho más cerca de la estrella que en el caso de nuestro Sol. Sobre su atmósfera solo es posible hacer conjeturas y habrá que sentarse a esperar observaciones de la futura generación de telescopios especiales (James Webb) y terrestres (Magallanes, ELT) para determinar la presencia de biomarcadores.
El hallazgo del planeta lo debemos a las instalaciones del proyecto MEarth Sur en Chile. Fue descubierto mediante el método de tránsito, que implica detectar cuando el planeta cruza frente al disco de su estrella y produce una pequeña disminución en su curva de brillo. Los instrumentos modernos son capaces de detectar estas mínimas fluctuaciones y deducir la existencia de un planeta. En base a estos datos se utilizó el espectrógrafo HARPS (High Accuracy Radial velocity Planet Searcher) instalado en el telescopio de 3,6 metros del telescopio La Silla en Chile, propiedad de la ESO. En definitiva, que el hallazgo fue confirmado por una fuente independiente y utilizando un método distinto (velocidad radial). Los resultados fueron publicados en la revista Nature.
Detección de un exoplaneta por el método de tránsito: el planeta cruza el disco de su estrella y produce una minúscula disminución en su brillo. |
Las enanas rojas siguen siendo fuente de valiosos hallazgos: Próxima b, los mundos del sistema TRAPPIST-1, LHS 1140b, todos orbitando alrededor de astros de esta clase, un tema que no nos puede sorprender porque las enanas rojas serían las más abundantes de nuestra galaxia (hasta un 75% del total) y del universo. Sin duda los descubrimientos seguirán y vendrán tiempos muy movidos para los especialistas.
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