martes, 29 de noviembre de 2016

El cúmulo de galaxias de Fornax.


La constelación de Fornax, que traducido significa "Horno", es una constelación austral muy poco popular, carente de estrellas brillantes, pero no por eso menos importante, porque en su extensión alberga una estructura colosal: racimos de cientos de galaxias ligadas por la fuerza de gravedad, conjunto que es conocido como el Cúmulo de Fornax.



La constelación de Fornax (horno). Obsérvese la simpleza del asterismo. El recuadro señala la ubicación del cúmulo de Fornax.




Subgrupo principal del cúmulo de Fornax, dominado por la galaxia elípica gigante NGC 1399 (NASA)



El cúmulo está ubicado a unos 62 millones de años luz de la Tierra y es el segundo más cercano a nosotros después del Cúmulo de Virgo. Está formado por cientos de galaxias relacionadas por la fuerza de gravedad que se dividen en dos subgrupos. El más grande está dominado por la galaxia NGC 1399 y un grupo más pequeño tres grados al suroeste, agrupado alrededor de NGC 1316. El subgrupo más pequeño se está acercando al principal y ambos terminarán por fusionarse. Investigaciones recientes han descubierto nada menos que 158 galaxias enanas en la región central del subgrupo principal.



NGC 1316 ( a la derecha) es la más grande del grupo, una galaxia lenticular muy brillante ubicada en la periferia del cúmulo. Fue descubierta en 1826 por James Dunlop y es una poderosa fuente de ondas de radio (conocida como Fornax A), de hecho, la cuarta fuente más importante del cielo. Bandas de polvo y gas cruzan la galaxia a lo largo y ancho, oscureciendo algunas de sus partes. Los especialistas han descubierto evidencia de que NGC 1316 devoró una galaxia satélite recientemente y es posible que NGC 1317 sea su próxima víctima. La galaxia está ubicada a unos 60 millones de años luz de nosotros. Mírenla con atención,  pues la contemplamos como era un poco antes de que un meteorito devastador sentenciara la suerte de esas sugestivas criaturas que eran los dinosaurios.

NGC 1399 es una galaxia elíptica gigante y muy luminosa, con magnitud aparente de 10,00 domina el subgrupo central del cúmulo de Fornax y es visible con telescopio de aficionado. Está formada en su mayoría por estrellas viejas que le dan su característica tonalidad amarillenta. La galaxia es muy abundante en cúmulos globulares, de los que habría unos 6.000 (en la Vía Lactea se han contabilizado unos 150). NGC 1399 también es una caníbal galáctiva: devoró otras compañeras en el pasado y ahora está arrastrando hacia si a la galaxia NGC 1387, que sin duda será su próxima cena. Hay estudios que indican que el núcleo de esta galaxia estaría habitado por un agujero negro con una masa 500 millones de veces superior a la del Sol.

Otra galaxia es NGC 1365, una hermosa espiral barrada a unos 55 millones de años luz.  La galaxia tiene dos grandiosos brazos espirales que sobresalen de un núcleo barrado cruzado por bandas de gas y polvo. Estos brazos son abundantes en estrellas jóvenes que calientan el polvo circundante, que brilla en longitudes cercanas al infrarrojo.

También tenemos las NGC 1381 y 1389, dos hermosas galaxias espirales vistas de canto, o NGC 1404, una elíptica muy brillante y pródiga en cúmulos globulares que ha sufrido "encontronazos" gravitacionales con NGC 1399.



La supernova SN2012fr brilla cerca del núcleo galáctico de NGC 1365 (Marco Lorenzi)


NGC 1365 (Wikipedia)



Panorámica del cúmulo de Fornax, captada por el VLT en Chile.


Observación del cúmulo de Fornax

Cualquier día del año es bueno para observar este generoso cúmulo. La constelación de Fornax pasa siempre sobre el cenit (el punto más alto del cielo, el que queda sobre nuestras cabezas) durante los meses de verano en una hora relativamente temprana. Durante los meses de invierno su orto por el este se produce un poco más tarde, no obstante, alcanzaremos a verla alta sobre el horizonte hasta que las luces del amanecer anuncian un nuevo día.

El cúmulo se sitúa a medio camino entre las constelaciones de  Fornax y Eridanus, en
una región relativamente carente de estrellas guías o "apuntadoras". Uno de los métodos uitlizados para orientarse consiste en ubicar Orión (¡cuando no!...la brújula del cielo)  y trazar una línea que parta desde Betelgeuse y atraviese por Rigel; deberemos prolongar esta línea e iremos a dar en forma aproximada a la región celeste donde se ubica la constelación de Fornax. A partir de ese punto deberíamos guiarnos por alguna carta celeste como referencia. Lo más práctico es imprimir alguna que encontremos en internet o utilizar las del programa Cartes du Ciel. Con un poco de paciencia y perseverancia estoy seguro que darán con el objetivo.

El cúmulo nos espera...cientos de galaxias relacionadas por la gravedad, unidas en un baile cósmico en el vacío del firmamento. Salgan a mirar.




El cúmulo de Fornax es el segundo más cercano a la Tierra después del cúmulo de Virgo (Wikipedia).




El cúmulo de Fornax visto en el programa Cartes du ciel.



viernes, 25 de noviembre de 2016

El cielo del verano austral.


Nos falta cosa de un mes para la llegada del verano. El buen tiempo implica la posibilidad de realizar largas jornadas de observación, con medios ópticos o a simple vista, sin amenaza de nubes intempestivas o temperaturas que nos dejen helados como paleta. Es el momento en que todo astrónomo aficionado puede dar rienda suelta a sus empeños.

La bóveda celeste austral de verano está rebosante de objetos exquisitos e interesantes. Los aquí nombrados son una selección basada en mis propias preferencias y en los cuerpos celestes que considero pueden ser de interés para un observador principiante. Una excursión al campo no requiere necesariamente de instrumentos ópticos para el disfrute del firmamento, en principio, la observación a simple vista es tan gratificante como la utilización de equipos modernos. 

Que panoramas nos trae el cielo nocturno de verano? ¿Qué cosas interesantes se presentan al observador? vamos a explorar:





Constelaciones y estrellas


Lo primero, Orión, la constelación más conspicua de la bóveda celeste, se nos presenta alta sobre el horizonte al atardecer y podremos seguirla en el cielo durante un buen rato. En si mismo Orión trae objetos celestes hermosos y muy interesantes de observar. Seguramente el más conocido es la Nebulosa de Orión (M42) una espectacular guardería estelar donde se están incubando las estrellas del futuro. La nebulosa es perfectamente visible a simple vista  como la estrella al medio de la "Espada de Orión", pero la utilización de simples binoculares nos revelará su verdadera naturaleza. Tampoco nos podemos perder a la oscura nebulosa Cabeza de Caballo. Las extremidades del cazador están formadas por una serie de estrellas muy brillantes: Betelgeuse (Alfa orionis) que señala uno de sus hombros (a la derecha), es una gigante roja extremadamente brillante. Ubicada a 640 años luz de distancia, sería la estrella mas brillante del firmamento si pudiesemos ver la radiación que emite en todas las longitudes de onda. Rigel (Beta Orionis) es una estrella azulada brillante y muy caliente



Espectacular paisaje en la constelación de Orión, la más representativa del verano asutral. La nebulosa Cabeza de Caballo (abajo a la izquierda) y la nebulosa de Orión (arriba a la derecha) aparecen en todo su esplendor. Ambos objetos son visibles con simples prismáticos, pero sus delicadas estructuras solo son visibles con largos tiempos de exposición (Roberto Colombari, Federico Pelliccia).


Orión es la constelación más famosa del cielo nocturno. La nebulosa de Orión es visible a simple vista, pero distinguir algunos de sus detalles requiere uso de binoculares o telescopios de aficionado.


Su odiado archirival -el Escorpión- desaparece de nuestro cielo. Al atardecer solo podemos observar, por breve tiempo, a Shaula y Lesath, el hermoso par de estrellas que forman la extremidad de su aguijón. Pero no entristecerse, alcanzamos a ver como se levanta por el este bien entrada la noche, antes de que las luces del amanecer la hagan desaparecer. De esta forma, quienes estén interesados en contemplar el arácnido deberán levantarse muy temprano, o acostarse muy tarde, que creo será el caso de muchos en época estival ;)

El Canis Mayor sigue presuroso los pasos del cazador Orión. En su cuello ostenta la estrella más refulgente del cielo nocturno, la fulgurante Sirio.

Ya hablamos en extenso sobre el sistema binario de Sirio acá. La componente principal ( en la imagen a la derecha) está a unos 8,6 años luz de nosotros y es dos veces más grande que nuestro Sol y unas 22 veces más brillante. Tanto su escala como su magnitud son modestas si las comparamos con otros astros. La verdadera razón de su brillo deslumbrante es que se encuentra cerca (en términos espaciales por supuesto) de nosotros. Ubicada a unos 36° de Canopus, ambas estrellas tienden a dominar el escenario de las noches veraniegas, fiesta a la que se suman Alfa Centauri, las luminarias de Orión y las estrellas de Gemini, Castor y Pollux.



Sirio, la estrella más brillante del cielo nocturno, aparece en esta imagen a la izquierda de la constelación de Orión. La fotografía fue captada en Japón, por tanto, representa la panorámica de los observadores del hemisferio norte. Nótese el brillo rojizo de Betelgeuse, arriba, formando uno de los hombros del cazador (Masahiro Miyasaka).


Canopus, la segunda estrella más brillante del cielo nocturno, la veremos cada vez más alta sobre el cielo hasta culminar los primeros días de febrero. Canopus tiene una magnitud aparente de 0,72 y esta ubicada a unos 309 años luz del sistema solar. En realidad es unas 13.000 veces más brillante que nuestro Sol.



El cielo de verano queda dominado por el par de estrellas brillantes Sirio y Canopus. La Gran Nube de Magallanes, galaxia satélite de la nuestra ubicada a 168.000 años luz, es un objetivo muy interesante.






Las constelaciones del Zodíaco -la rueda de los animales- continúan con su eterno ciclo de revoluciones: las noches de verano nos traen a Piscis, Aries, Tauro, Gémini, Cáncer, Leo, Virgo y Libra.

Cada una de ellas guarda sus tesoros, pero en el caso de Tauro (El Toro) nos dará la oportunidad de contemplar a M45, el magnífico Cúmulo de las Pléyades (foto de la izquierda). Pueden leer la entrada que le dedicamos acá. Las Pléyades son un objeto magnífico para contemplar, a simple vista o a través del telescopio. Esta compuesto por unas 500 estrellas jóvenes azules y muy brilantes, pero solo una decena es visible a simple vista. La verdad es que yo no me aburro de observar al conjunto. Es equivalente a ver muchas veces una película que te gusta o a releer por trigésima ocasión aquel libro que adoras: me instalo lejos de la contaminación lumínica y voiláel cúmulo se presenta en todo su esplendor. Para muchos, la mejor forma de ubicar a las Pléyades a simple vista en el cielo es la siguiente: trazar una línea imaginaria que parta desde el cinturón de Orión (las populares "Tres Marías") y que llegue hasta la estrella Aldebarán (Alfa Tauri) en Tauro. Una breve prolongación de la línea nos llevará directamente a la formación.

En la constelación de Cáncer tenemos a M44, el Cúmulo del Pesebre, un conjunto de estrellas situadas a unos 570 años luz de nosotros. Puede observarse a simple vista, pero el uso de binoculares nos permitirá resolver el conjunto.



M44, el cúmulo del pesebre, en la constelación de Cáncer.



Otro cuerpo interesante en Tauro es M1, la Nebulosa del Cangrejo. Ubicada a un grado al noroeste de Zeta Tauri, la nebulosa está compuesta por los restos de la famosa supernova de 1054. Es necesario disponer de telescopios de cierta propiedad para contemplar algunos de sus detalles.

El verano nos trae la constelación de Géminis (Los gemelos),  con sus cabezas representadas por el par de estrellas brillantes Castor y Pollux, que se hacen presentes en un sector relativamente aislado del firmamento.
Pollux es una vistosa estrella rojo-anaranjada de magnitud 1,15 a 33 años luz, mientras que Castor es un sistema séxtuple, con su principal componente, Castor A, de color blanco, magnitud de 1,8 y ubicada  a 50 años luz de nosotros.

Otro invitado del buen tiempo es la constelación de Aries, que podremos contemplar en el cielo durante algunas horas antes de su ocaso por el oeste. Su estrella principal -Hamal (Alfa arietis)- brilla en un sector relativamente aislado del cielo. Es una estrella gigante naranja ubicada a unos 60 años luz y unas cien veces más brillante que nuestro Sol.




Constelaciones zodiacales durante los primeros días de enero: siguiendo la línea de la eclíptica se distingue a Capricornio, Acuario, Piscis, Tauro y Géminis.


El zodíaco a principios de Febrero, un par de horas antes del orto solar. Se divisa a Cáncer, León, Virgo, Libra, Escorpión, y asomando la punta de su flecha, el Sagitario.




Recordar que nuestra icónica Cruz del Sur es circumpolar desde los -35°, caso de la ciudad de Temuco, donde tenemos el privilegio de observarla todas las noches. El eje vertical formado por las estrellas Acrux y Gacrux apunta directamente hacia el Polo Sur Celeste. No olvidar que la celestial Cruz viene acompañada del Cúmulo del Joyero, a unos 7.000 años luz de distancia, notable agrupación de estrellas ubicada un grado al sureste de Mimosa (Becrux), y que debe ser observada con ayuda de telescopios de cierta abertura. Tampoco debemos pasar por alto a la nebulosa Saco de Carbón, una mancha oscura sobre el trasfondo luminoso de la Vía Láctea.


Las dos estrellas principales de la Cruz del Sur apuntan directamente al Polo Sur Celeste.


Planetas

El planeta Venus tiende a desaparecer. Este brillante lucero, brillo que debe a la capacidad de las nubes que lo cubren de reflejar la luz del sol (albedo) Cada día, a medida que se aproxima el verano, veremos que se esconde más temprano por el oeste, hasta llegar un momento, a fines del mes de febrero, que ya no es visible al atardecer.

Marte lo veremos esconderse por el horizonte cada vez más temprano, hasta que a mediados-fines de enero ya no será visible. Armarse de paciencia si quieren cazar al planeta rojo, porque no lo verán más hasta dentro de un buen rato.



Los planetas Mercurio, Saturno, Venus y Marte corren en cascada a hundirse por el horizonte austral a mediados de primavera. El verano nos permitirá observar Júpiter y Saturno.



Saturno, el "Señor de los anillos", también se nos desaparece por el horizonte. Podrán encontrarlo a mediados de febrero, cuando saldrá por el oeste un par de horas antes del orto solar.

Caso parecido el de Júpiter. Cuando ustedes abran sus regalos de navidad el gigante gaseoso estará saliendo por el oeste a altas horas de la noche y será visible un par de horas antes del amanecer. A mediados de febrero la situación mejora y el planeta se alza por el horizonte un poco después de la medianoche. Un binocular o un telescopio de aficionado nos permitirá distinguir los cuatro satélites galileanos: Ío, Europa, Ganímedes y Calisto, orbitando en torno al plano ecuatorial del planeta. Ganímedes es el satélite más grande del sistema solar, mayor incluso que el planeta Mercurio, mientras que Europa es un objeto que concita la atención de la comunidad científica internacional, un mundo que podría contener un océano subterráneo global bajo una gruesa capa de hielo superficial, ambiente que algunos especialistas creen que puede albergar vida.



Júpiter y sus cuatro satélites galileanos, distinguibles con binoculares.










Esta entrada contiene un resumen de las bondades del cielo de verano austral. Por supuesto, la cantidad de objetos dignos de interés es enorme, pero una abundancia de información nos demandaría extendernos en exceso y quizá sería perjudicial para el interés del lector. Yo sugiero que las primeras indagaciones del cielo las hagamos a simple vista, para ir familiarizándonos con la posición de las constelaciones y las estrellas más destacadas. El uso de instrumentos ópticos debiese ser ulterior a ese primer paso.





jueves, 17 de noviembre de 2016

Las sondas Venera y el infierno de Venus


La historia humana marcó un hito trascendental cuando las botas de Neil Armstrong pisaron por primera vez la superficie de nuestra Luna. Sin embargo, lo cierto es que a esas alturas la exploración del espacio ya había avanzado un trecho. En el caso de Estados Unidos, irónicamente, cosecharon éxitos explorando Venus mucho antes de que pudiesen plantar su bandera sobre el desolado Mar de la Tranquilidad; logros que deben a la "extraordinariamente suertuda" nave Mariner 2. Mientras tanto, los soviéticos estaban enviando andanadas de sondas Lunik sobre la Luna, tratando de anticiparse a los estadounidenses y llevarse el premio gordo de la carrera espacial, pero también mostraban sumo interés por acercarse a uno de los objetivos más cercanos y misteriosos: el planeta Venus.

Este "gemelo" de la Tierra era un objeto enigmático. Cubierto por una gruesa capa de nubes, invisible al ojo indagador de telescopios, era campo fértil para toda clase de fantasías y suposiciones. Algunos creían que la gruesa capa de nubes ocultaba un clima tropical, cálido y con abundantes océanos, donde seres extraños y enigmáticos proliferaban por doquier. Esa era la versión optimista, pero también había científicos que sostenían que Venus era un desierto implacable, barrido por un calor infernal y sin trazas de agua en la superficie.

Los primeros intentos soviéticos por alcanzar Venus datan de 1961, cuando la sonda Venera 1 se internó en el espacio para sobrevolar el planeta. Lamentablemente, siete días después del lanzamiento se perdió contacto con la sonda cuando se encontraba a unos 1,7 millones de kilómetros de la Tierra. La enmudecida sonda pasó a unos 100.000 kilómetros de Venus en Mayo de ese año.



Venera 1, primer inteno soviético por alcanzar el planeta Venus (mentallandscape.com)


Se marcó un hito en la exploración de Venus cuando la sonda estadounidense Mariner 2 realizó un sobrevuelo a 34.773 km del planeta, en diciembre de 1962. No llevaba cámaras, así que no pudo aportarnos fotografías, pero sus instrumentos revelaron algo que ni los más pesimistas hubiesen esperado: Venus era el objeto más caliente del sistema solar (aparte del Sol) pues la temperatura en la superficie andaba por los 415° C y la presión atmosférica debía ser extrema. También se descubrió que el campo magnético de Venus era mínimo, demasiado débil para ser captado por los instrumentos de la sonda.

La Unión Soviética se sintió herida en su amor propio ante el sonado éxito de la modesta nave estadounidense; desde el lanzamiento del Sputnik 1 que estaba a la vanguardia de la exploración espacial y no estaba dispuesta a ceder el lugar. Seguiría adelante con el Programa Venera (Venus en ruso), enviando una serie de sondas que terminarían por cosechar grandes éxitos. 

Aun había incógnitas por responder sobre el planeta, pues muchos científicos dudaban de los resultados extremos obtenidos por la Mariner 2 y atribuían las altas temperaturas detectadas a una condición exclusiva de las capas externas de nubes. Sobrevivía la romántica visión de un Venus exuberante de vida, cruzando una etapa comparable al Triásico terrestre,  o quizá cubierto por un enorme océano donde primitivas células prosperaban gracias a la energía captada del Sol, tanto es así, que los módulos de aterrizaje de las sondas Venera serían diseñados para flotar en caso de caer sobre masas de agua. Otro punto crucial era precisar la verdadera presión atmosférica en la superficie del planeta, que era objeto de debate entre los especialistas 

Se lograron avances cuando, tras una serie de intentos fallidos, los soviéticos estrellaron su sonda Venera 3 sobre la zona de penumbra de Venus, el 1 de marzo de 1966. Fue la primera vez que un objeto construido por el hombre alcanzaba la superficie de otro planeta (en 1959 estrellaron la sonda Lunik 2 sobre la superficie de la Luna, pero debemos recordar que nuestro satélite no cuenta como planeta). Desgraciadamente, el sistema de transmisión falló antes que la sonda pudiese transmitir sus datos hacia la Tierra.

El 12 de Junio de 1967 lanzaron la sonda Venera 4, construida por NPO Lavochkin y primera en internarse por la atmósfera de Venus para transmitir información hacia la Tierra. Venera 4 constaba de un orbitador y un módulo de descenso de 383 kg que debería aterrizar suavemente sobre Venus con auxilio de un sistema de paracaídas de frenado. El módulo quedó rápidamente achicharrado mientras atravesaba la densa capa de nubes a una altura de 25 km, pero alcanzó a transmitir valiosa información sobre la insólita composición química de la atmósfera del planeta, confirmando su alto contenido de dióxido de carbono, su calor sofocante y una presión atmosférica más alta de lo esperado. Los datos de Venera 4 confirmaron los obtenidos por la Mariner 2 y la expectativa de Venus como un confortable gemelo de la Tierra se desvaneció por completo: La temperatura en la superficie andaba por los 500° C y la presión era de unas 90 atmósferas, equivalente a encontrarse a 1.000 metros de profundidad en el océano. El siguiente acto consistía en posar una sonda sobre el hostil mundo, para precisar los datos y obtener una imagen de la superficie calcinada, pero lograr que una sonda sobreviviese el mínimo de tiempo necesario en ese infierno sería una proeza, que implicaría el desarrollo de aleaciones resistentes a las nubes ácidas y electrónica capaz de aguantar el calor  desmedido.



La sonda Venera 4. Abajo se distingue el módulo de aterrizaje, marcado con la sigla CCCP



Módulo de aterrizaje de Venera 4 (mentallandscape.com)



                             Carl Sagan habla sobre la atmósfera de Venus y los hallazgos de las sondas Venera.



La siguiente heroína de la lista sería la sonda Venera 7, cuyo modulo de descenso fue el primer objeto en posarse controladamente (en realidad cayó sobre el suelo a unos 17 mts. por segundo) y transmitir información desde la superficie de otro mundo. El módulo solo alcanzó a sobrevivir unos 23 minutos antes de ser destruido por el calor, la atmósfera corrosiva y las presiones extremas.

Ya se disponía de valiosa información sobre las características de Venus, pero faltaba una panorámica de su superficie, cuyo aspecto seguía siendo toda una incógnita. 

En  Junio de 1975 los soviéticos lanzaron la sondas Venera 9 y 10, con la habitual configuración de orbitador y módulo de descenso, pero también había diferencias importantes: la Venera 9 era casi cinco veces más pesada que los miembros anteriores del programa. El módulo de aterrizaje -con un peso total de 660 kg- estaba protegido por una cápsula esférica de 2,4 metros de diámetro y fue equipado con dos cámaras cycloramic para obtener una panorámica de 360° de la superficie de Venus. Para aumentar su tiempo de sobrevivencia el módulo fue enfriado hasta unos -10° C antes de la maniobra de descenso. Si todo salía según lo planeado el módulo captaría las primeras imágenes de la superficie de un planeta distinto al nuestro.



Módulo de descenso de la Venera 9 (mentallandscape).

El 22 de Octubre de 1975 el módulo de aterrizaje emprendió su maniobra final para posarse sobre la región de Beta Regio con el auxilio de un complicado sistema de paracaídas de frenado que se abría a una altura de 65 km y le ayudaron a disminuir su velocidad al atravesar la densa atmósfera para caer a unos 10 metros por segundo sobre la superficie de Venus (esto de "aterrizaje controlado" es un asunto relativo). Aterrizó sobre una escarpada pendiente cubierta de cantos rodados, que podría ser la pendiente de la formación llamada Aikhulu Chasma



Maniobra de descenso del módulo de aterrizaje, auxiliada por un complicado sistema de paracaídas de frenado




Un emisario de otro mundo: concepción artística del módulo de aterrizaje Venera 9 sobre la superficie de Venus, notar la densa capa de nubes, que bloquea parte de la luz solar (Wikipedia).



Las primeras fotografías de otro mundo.

Una vez en Venus, la sonda desplegó sus dos cámaras para captar imágenes en 360° del planeta. Las cámaras estaban adaptadas para resistir las infernales condiciones del planeta, pero desgraciadamente una de ellas se negó a funcionar, y esta es la razón de que solo dispongamos de 180° de panorámica. La foto captada por el módulo es propia de la tecnología de 1975, en blanco y negro, en un entorno espantoso. La imagen fue esta:






Me recuerda las imágenes de mi televisor viejo, pero no se preocupen, las imágenes han sido procesadas con técnicas actuales por Don Mitchell, con un resultado más que satisfactorio.



Imagenes de Venera 9 procesadas.



La ocasión es emocionante, que duda cabe. Fue la primera vez que ojos humanos contemplaron la superficie de otro mundo, de aquel dulce lucero imaginado como la diosa del amor, pero que en realidad podríamos sentar perfectamente en el trono de todos los infiernos.

El módulo de aterrizaje logró transmitir 53 minutos en esas condiciones antes de perder contacto con el orbitador. Es difícil precisar cuanto tiempo más pudo sobrevivir, pero el objetivo principal se había cumplido y los eufóricos científicos rusos continuaron con sus planes.

Tres días más tarde la sonda Venera 10 aterrizó sobre Venus a unos 2.200 km de Venera 9. Transmitió unos 65 minutos antes de perder contacto con el orbitador. También estaba equipada con dos cámaras, pero....fatalidad de fatalidades, otra vez una se negó a funcionar. La imagen captada es la que adjuntamos abajo, una llanura plana igualmente desolada. Al igual que la imagen de Venera 9, fue procesada y mejorada por Don Mitchell, con un resultado espectacular:



Imágenes procesadas de Venera 10 (planetimages.blogspot)

Las sondas Venera 13/14 fueron lanzadas al espacio en 1981 con una diferencia de cinco días. Pesaban casi 100 kg más que sus antecesoras y la electrónica del módulo de aterrizaje se diseño para aguantar por más tiempo las temperaturas extremas del planeta. La principal expectativa estaba en Venera 13, que debía captar la primera imagen a color de la supeficie de Venus gracias a sus cámaras de alta resolución.

Como en las misiones anteriores, el módulo de aterrizaje de Venera 13 atravesó la densa atmósfera con ayuda de paracaídas de frenado, para terminar el último trecho del descenso en caída libre. Esta vez ambas cámaras cycloramic funcionaron a la perfección, entregando imágenes bastante buenas de la superficie venusina, vean:



Imágenes captadas por la Venera 13.



No hay una vista plena del horizonte ocre, pero se puede adivinar la increíble desolación, el suelo lleno de rocas planas y erosionadas bajo una iluminación semejante a un día nublado terrestre. Como ya mencionamos, la superficie de Venus siempre está cubierta por una gruesa mortaja de nubes que, de noche, no dejan pasar la luz de ninguna estrella (la astronomía debe ser una ciencia compleja para un hipotético astrónomo venusino). Parece ser un terreno mucho más antiguo que el visitado por Venera 9, con una mezcla de rocas basálticas y graníticas de la corteza planetaria. 

También se han procesado las imágenes de Venera 13/14, obteniendo unos resultados que nos hacen perdernos en un laberinto de pensamientos, pesadillas y fantasías.



Imagen procesada de la sonda Venera 13 (planetimages,blogspot)


Imágenes procesadas de Venera 13 (Don Mitchell).


Alentados por su éxito los soviéticos continuarían con el lanzamiento de nuevas sondas. Incluso llegaron a planificar el descenso de un rover alimentado por energía eólica sobre el planeta, planes que se fueron a la basura con el hundimiento del bloque soviético a fines de los ochenta.

El ciclo de las Venera cerraría con el envío del par Venera 15/16 en junio de 1983. Su principal cometido era cartografiar la superficie de Venus mediante un radar de ondas. Fueron insertadas exitosamente en órbita del planeta donde permanecieron casi ocho meses. Aportaron datos de una calidad sin precedentes, que revolucionaron nuestra comprensión sobre la geomorfología del planeta.



Venera 15


Luego de esta época dorada la exploración del planeta Venus pasó a un ingrato segundo plano. Las posibilidades de encontrar vida en Venus (vida como nosotros la entendemos), en un ambiente inusitadamente hostil, son prácticamente nulas. Marte ofrece muchas más posibilidades y concita toda la atención de la comunidad científica internacional, más ahora, en que no se descarta que las trazas de metano descubiertas en su atmósfera puedan ser de origen biológico. Además, pensando en un futuro a largo plazo, las mayores facilidades para alojar bases y colonias terrestres las ofrece Marte, y no Venus, mundo que, pese a su hermoso color y brillo sobre nuestros cielos, esconde un verdadero infierno.



Sitios de aterrizaje de las sondas Venera.






miércoles, 16 de noviembre de 2016

Y se nos vino la Super Luna 2016.



Si pues.... vino la "Super Luna" y no vimos ni rastro.

Cosas del clima en Temuco: una gruesa cubierta de nubes y un diluvio de esos que te lanzan el agua con baldes.

Nos quedamos con las ganas señores y señoras, o mejor dicho, hubo que conformarse con verla a través de Stellarium o Moon Virtual Atlas.

El fenómeno de la super Luna, bastante exagerado por los medios de comunicación, fue explicado acá: una Luna llena coincidente con su máxima aproximación a nuestro planeta, que llamamos Perigeo. El disco lunar se nos presentó un 14% más grande de lo habitual y con un brillo mucho mayor a sus fases creciente o menguante.

El fenómeno se repetirá el año 2034...tendremos paciencia de monje budista.

Afortunadamente este es un país muuuy largo y hubo "selenófilos" al acecho cámara en mano. Adjunto las fotos de mi buen amigo Jaime Acuña, quien las captó desde la localidad de Diego de Almagro: la Luna saliendo por los Andes sobre el místico y hermoso desierto de Atacama.

Les dejo el face de Jaime Acuña, si quieren ver la totalidad de sus fotos.











La Luna es un humilde cuerpo celeste en la inmensidad del cosmos, pero para nosotros es parte constituyente de nuestras vidas: el único satélite natural de la Tierra, hermoso farol de las noches y un elemento que ha contribuido a configurar la vida sobre nuestro planeta tal como la conocemos. No es necesario esperar "Super Lunas" para deslumbrarse con su esplendor.





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