viernes, 25 de noviembre de 2016

El cielo del verano austral.


Nos falta cosa de un mes para la llegada del verano. El buen tiempo implica la posibilidad de realizar largas jornadas de observación, con medios ópticos o a simple vista, sin amenaza de nubes intempestivas o temperaturas que nos dejen helados como paleta. Es el momento en que todo astrónomo aficionado puede dar rienda suelta a sus empeños.

La bóveda celeste austral de verano está rebosante de objetos exquisitos e interesantes. Los aquí nombrados son una selección basada en mis propias preferencias y en los cuerpos celestes que considero pueden ser de interés para un observador principiante. Una excursión al campo no requiere necesariamente de instrumentos ópticos para el disfrute del firmamento, en principio, la observación a simple vista es tan gratificante como la utilización de equipos modernos. 

Que panoramas nos trae el cielo nocturno de verano? ¿Qué cosas interesantes se presentan al observador? vamos a explorar:





Constelaciones y estrellas


Lo primero, Orión, la constelación más conspicua de la bóveda celeste, se nos presenta alta sobre el horizonte al atardecer y podremos seguirla en el cielo durante un buen rato. En si mismo Orión trae objetos celestes hermosos y muy interesantes de observar. Seguramente el más conocido es la Nebulosa de Orión (M42) una espectacular guardería estelar donde se están incubando las estrellas del futuro. La nebulosa es perfectamente visible a simple vista  como la estrella al medio de la "Espada de Orión", pero la utilización de simples binoculares nos revelará su verdadera naturaleza. Tampoco nos podemos perder a la oscura nebulosa Cabeza de Caballo. Las extremidades del cazador están formadas por una serie de estrellas muy brillantes: Betelgeuse (Alfa orionis) que señala uno de sus hombros (a la derecha), es una gigante roja extremadamente brillante. Ubicada a 640 años luz de distancia, sería la estrella mas brillante del firmamento si pudiesemos ver la radiación que emite en todas las longitudes de onda. Rigel (Beta Orionis) es una estrella azulada brillante y muy caliente



Espectacular paisaje en la constelación de Orión, la más representativa del verano asutral. La nebulosa Cabeza de Caballo (abajo a la izquierda) y la nebulosa de Orión (arriba a la derecha) aparecen en todo su esplendor. Ambos objetos son visibles con simples prismáticos, pero sus delicadas estructuras solo son visibles con largos tiempos de exposición (Roberto Colombari, Federico Pelliccia).


Orión es la constelación más famosa del cielo nocturno. La nebulosa de Orión es visible a simple vista, pero distinguir algunos de sus detalles requiere uso de binoculares o telescopios de aficionado.


Su odiado archirival -el Escorpión- desaparece de nuestro cielo. Al atardecer solo podemos observar, por breve tiempo, a Shaula y Lesath, el hermoso par de estrellas que forman la extremidad de su aguijón. Pero no entristecerse, alcanzamos a ver como se levanta por el este bien entrada la noche, antes de que las luces del amanecer la hagan desaparecer. De esta forma, quienes estén interesados en contemplar el arácnido deberán levantarse muy temprano, o acostarse muy tarde, que creo será el caso de muchos en época estival ;)

El Canis Mayor sigue presuroso los pasos del cazador Orión. En su cuello ostenta la estrella más refulgente del cielo nocturno, la fulgurante Sirio.

Ya hablamos en extenso sobre el sistema binario de Sirio acá. La componente principal ( en la imagen a la derecha) está a unos 8,6 años luz de nosotros y es dos veces más grande que nuestro Sol y unas 22 veces más brillante. Tanto su escala como su magnitud son modestas si las comparamos con otros astros. La verdadera razón de su brillo deslumbrante es que se encuentra cerca (en términos espaciales por supuesto) de nosotros. Ubicada a unos 36° de Canopus, ambas estrellas tienden a dominar el escenario de las noches veraniegas, fiesta a la que se suman Alfa Centauri, las luminarias de Orión y las estrellas de Gemini, Castor y Pollux.



Sirio, la estrella más brillante del cielo nocturno, aparece en esta imagen a la izquierda de la constelación de Orión. La fotografía fue captada en Japón, por tanto, representa la panorámica de los observadores del hemisferio norte. Nótese el brillo rojizo de Betelgeuse, arriba, formando uno de los hombros del cazador (Masahiro Miyasaka).


Canopus, la segunda estrella más brillante del cielo nocturno, la veremos cada vez más alta sobre el cielo hasta culminar los primeros días de febrero. Canopus tiene una magnitud aparente de 0,72 y esta ubicada a unos 309 años luz del sistema solar. En realidad es unas 13.000 veces más brillante que nuestro Sol.



El cielo de verano queda dominado por el par de estrellas brillantes Sirio y Canopus. La Gran Nube de Magallanes, galaxia satélite de la nuestra ubicada a 168.000 años luz, es un objetivo muy interesante.






Las constelaciones del Zodíaco -la rueda de los animales- continúan con su eterno ciclo de revoluciones: las noches de verano nos traen a Piscis, Aries, Tauro, Gémini, Cáncer, Leo, Virgo y Libra.

Cada una de ellas guarda sus tesoros, pero en el caso de Tauro (El Toro) nos dará la oportunidad de contemplar a M45, el magnífico Cúmulo de las Pléyades (foto de la izquierda). Pueden leer la entrada que le dedicamos acá. Las Pléyades son un objeto magnífico para contemplar, a simple vista o a través del telescopio. Esta compuesto por unas 500 estrellas jóvenes azules y muy brilantes, pero solo una decena es visible a simple vista. La verdad es que yo no me aburro de observar al conjunto. Es equivalente a ver muchas veces una película que te gusta o a releer por trigésima ocasión aquel libro que adoras: me instalo lejos de la contaminación lumínica y voiláel cúmulo se presenta en todo su esplendor. Para muchos, la mejor forma de ubicar a las Pléyades a simple vista en el cielo es la siguiente: trazar una línea imaginaria que parta desde el cinturón de Orión (las populares "Tres Marías") y que llegue hasta la estrella Aldebarán (Alfa Tauri) en Tauro. Una breve prolongación de la línea nos llevará directamente a la formación.

En la constelación de Cáncer tenemos a M44, el Cúmulo del Pesebre, un conjunto de estrellas situadas a unos 570 años luz de nosotros. Puede observarse a simple vista, pero el uso de binoculares nos permitirá resolver el conjunto.



M44, el cúmulo del pesebre, en la constelación de Cáncer.



Otro cuerpo interesante en Tauro es M1, la Nebulosa del Cangrejo. Ubicada a un grado al noroeste de Zeta Tauri, la nebulosa está compuesta por los restos de la famosa supernova de 1054. Es necesario disponer de telescopios de cierta propiedad para contemplar algunos de sus detalles.

El verano nos trae la constelación de Géminis (Los gemelos),  con sus cabezas representadas por el par de estrellas brillantes Castor y Pollux, que se hacen presentes en un sector relativamente aislado del firmamento.
Pollux es una vistosa estrella rojo-anaranjada de magnitud 1,15 a 33 años luz, mientras que Castor es un sistema séxtuple, con su principal componente, Castor A, de color blanco, magnitud de 1,8 y ubicada  a 50 años luz de nosotros.

Otro invitado del buen tiempo es la constelación de Aries, que podremos contemplar en el cielo durante algunas horas antes de su ocaso por el oeste. Su estrella principal -Hamal (Alfa arietis)- brilla en un sector relativamente aislado del cielo. Es una estrella gigante naranja ubicada a unos 60 años luz y unas cien veces más brillante que nuestro Sol.




Constelaciones zodiacales durante los primeros días de enero: siguiendo la línea de la eclíptica se distingue a Capricornio, Acuario, Piscis, Tauro y Géminis.


El zodíaco a principios de Febrero, un par de horas antes del orto solar. Se divisa a Cáncer, León, Virgo, Libra, Escorpión, y asomando la punta de su flecha, el Sagitario.




Recordar que nuestra icónica Cruz del Sur es circumpolar desde los -35°, caso de la ciudad de Temuco, donde tenemos el privilegio de observarla todas las noches. El eje vertical formado por las estrellas Acrux y Gacrux apunta directamente hacia el Polo Sur Celeste. No olvidar que la celestial Cruz viene acompañada del Cúmulo del Joyero, a unos 7.000 años luz de distancia, notable agrupación de estrellas ubicada un grado al sureste de Mimosa (Becrux), y que debe ser observada con ayuda de telescopios de cierta abertura. Tampoco debemos pasar por alto a la nebulosa Saco de Carbón, una mancha oscura sobre el trasfondo luminoso de la Vía Láctea.


Las dos estrellas principales de la Cruz del Sur apuntan directamente al Polo Sur Celeste.


Planetas

El planeta Venus tiende a desaparecer. Este brillante lucero, brillo que debe a la capacidad de las nubes que lo cubren de reflejar la luz del sol (albedo) Cada día, a medida que se aproxima el verano, veremos que se esconde más temprano por el oeste, hasta llegar un momento, a fines del mes de febrero, que ya no es visible al atardecer.

Marte lo veremos esconderse por el horizonte cada vez más temprano, hasta que a mediados-fines de enero ya no será visible. Armarse de paciencia si quieren cazar al planeta rojo, porque no lo verán más hasta dentro de un buen rato.



Los planetas Mercurio, Saturno, Venus y Marte corren en cascada a hundirse por el horizonte austral a mediados de primavera. El verano nos permitirá observar Júpiter y Saturno.



Saturno, el "Señor de los anillos", también se nos desaparece por el horizonte. Podrán encontrarlo a mediados de febrero, cuando saldrá por el oeste un par de horas antes del orto solar.

Caso parecido el de Júpiter. Cuando ustedes abran sus regalos de navidad el gigante gaseoso estará saliendo por el oeste a altas horas de la noche y será visible un par de horas antes del amanecer. A mediados de febrero la situación mejora y el planeta se alza por el horizonte un poco después de la medianoche. Un binocular o un telescopio de aficionado nos permitirá distinguir los cuatro satélites galileanos: Ío, Europa, Ganímedes y Calisto, orbitando en torno al plano ecuatorial del planeta. Ganímedes es el satélite más grande del sistema solar, mayor incluso que el planeta Mercurio, mientras que Europa es un objeto que concita la atención de la comunidad científica internacional, un mundo que podría contener un océano subterráneo global bajo una gruesa capa de hielo superficial, ambiente que algunos especialistas creen que puede albergar vida.



Júpiter y sus cuatro satélites galileanos, distinguibles con binoculares.










Esta entrada contiene un resumen de las bondades del cielo de verano austral. Por supuesto, la cantidad de objetos dignos de interés es enorme, pero una abundancia de información nos demandaría extendernos en exceso y quizá sería perjudicial para el interés del lector. Yo sugiero que las primeras indagaciones del cielo las hagamos a simple vista, para ir familiarizándonos con la posición de las constelaciones y las estrellas más destacadas. El uso de instrumentos ópticos debiese ser ulterior a ese primer paso.





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