sábado, 30 de diciembre de 2017

El observatorio de Arecibo capta imágenes por radar del asteroide Faetón


Las instalaciones del Radar Planetario del Observatorio de Arecibo han vuelto al trabajo, tras un lapsus de inactividad provocado por el paso del huracán María por Puerto Rico. Lo han hecho con una serie de fantasmales imágenes por radar del asteroide Faetón:

Faetón a través de las ondas de radar de Arecibo (Arecibo/NASA/NSF).


3200 Faetón es un cuerpo de unos 6 kilómetros de diámetro. Con un perihelio de 0,1399 UA (21 millones de km), Faetón es el asteroide con nombre propio que más se aproxima a nuestro Sol. El afelio de su órbita se sitúa a unas 2,40 UA (360 millones de kms), más allá de la órbita de Marte. Pertenece a la categoría de los asteroides Apolo.

Las imágenes del radar tienen una resolución de 75 metros por pixel y muestran un cuerpo esférico y rugoso. Tiene una depresión de algunos cientos de metros en su ecuador y una mancha circular oscura (¿un cráter?) en uno de sus polos.

La excentricidad de su órbita es 0,889 (altamente elíptica) y una inclinación de 22,25 grados. Estas características lo hacen más semejante a un cometa de período corto que a un asteroide, aunque la frontera que divide ambas categorías es muy difusa. En todo caso, no se ha observado el desarrollo de una cola producto de la sublimación de elementos volátiles, rasgo que es tan propio de los cometas. Su período orbital es de 523 días y una rotación de 4 horas.


La excentrica órbita de Faetón (Sky and Telescope).


Faetón es un asteroide PHA (Potentially Hazardous Asteroid), potencialmente peligroso, esto es, objetos que se aproximan hasta unas 0,05 UA de la órbita terrestre y cuya masa es suficiente para causar un enorme desastre en caso de impacto. Ya hemos comentado que este tétrico título no significa que Faetón (ni ninguno de los PHA) va a exterminar mañana a la humanidad. En realidad se trata de cuerpos celestes a los que hay que ponerles mucho ojo, porque es posible que a largo plazo alguna de sus órbitas se desestabilice y entren en rumbo de colisión con nuestro planeta. En esta pasada su máximo acercamiento a la Tierra ocurrió el 16 de diciembre, con Faetón a 10,3 millones de kilómetros de distancia, unas 27 veces la distancia que nos separa de la Luna. Algo más que la rozada que nos dio el asteroide Florence el pasado mes de septiembre. Ahora Faetón se está alejando de nuestro planeta y su próxima pasada más cercana será el año 2093, cuando se acerque a 0,0198 UA de la Tierra (unos tres millones de km.). Las vecindades de la Tierra están llenas de escombros similares que describen sus órbitas alrededor de nuestro Sol y que -de cuando en cuando- impactan a nuestro planeta con graves consecuencias.

Faetón fue descubierto el 11 de octubre de 1983, gracias al observatorio espacial IRAS (Infrared Astronomical Satellite) de NASA. 

La magnitud aparente del asteroide fue de 10 durante su máxima aproximación, siendo visible con aparatos adecuados. Faetón va dejando un rastro de escombros y partículas a lo largo de su órbita. Cada mes de diciembre la órbita de la Tierra intercepta una parte de este material que entra en la atmósfera terrestre, dando origen a la conocida lluvia de meteoros de las Gemínidas.

En estos tiempos de astronomía por ondas gravitacionales, kilonovas y fusión de agujeros negros, las humildes ondas de radio  pueden obtener esta imagen espectral de un cuerpo celeste y deducir multitud de características.

En la mitología griega, Faetón es el vanidoso hijo de Helios, el dios Sol. Un buen día Faetón se montó en el poderoso carruaje de Helios, decidido a pavonearse mientras daba un paseito por el barrio. Pero no tenía experiencia al volante y perdió el control, estrellándose aparatosamente.



Castañazo de Faetón al perder el control del carruaje de su padre. La moraleja con la juventud y los excesos en las festividades de año nuevo es clara. Si vas a consumir alcohol pasa las llaves.



miércoles, 27 de diciembre de 2017

Ilustrativo video muestra las interacciones entre las galaxias de Andrómeda (M31) y del Triángulo (M33)



Se publica un ilustrativo video sobre los encontrones gravitatorios que han enfrentado a la galaxia de Andrómeda (M31) y la galaxia del Triángulo (M33). El estudio es parte del programa Pan-Andrómeda Archaeological Survey (PAndAS).




Andrómeda es la galaxia más grande de nuestro Grupo Local. situada a 2 millones de años luz de distancia. M33 es la tercera galaxia más grande de nuestro Grupo Local, con unos 50.000 años luz de diámetro y 1/4 de la masa solar de nuestra propia galaxia.

Andrómeda y M33 están separadas por unos 720.000 años luz.  Recordar que la galaxia de Andrómeda es el objeto más lejano que podemos distinguir a simple vista, mientras que la galaxia del Triángulo tiene una magnitud aparente de 6,2 y está en el limite del los objetos que podemos visualizar a ojo desnudo.

El video inicia hace 3400 millones de años. M33 cae hacia la galaxia de Andrómeda y durante el pericentro (momento de mayor cercanía en la orbita, a 53 kpc) las fuerzas de marea producidas por Andrómeda originan chorros estelares y la formación de brazos galácticos en M33. Andrómeda también siente las perturbaciones en su disco galáctico. El apocentro de la órbita ocurre a los 264 kpc. En la actualidad ambas galaxias están separadas por 720000 años luz, con M33 aproximándose nuevamente hacia Andrómeda. Es impresionante ver el baile de estas enormes estructuras en el vacío del espacio. Recomiendo encarecidamente que reproduzcan el video.


La orbita de M33 alrededor de la gigante Andrómeda.


Estos choques entre galaxias no son eventos extraños. Recuerda las galaxias Antena. En algunos casos se puede hablar de canibalismo galáctico, cuando galaxias enanas son absorbidas por sus compañeras mayores. Se cree que los cúmulos globulares son los núcleos de antiguas galaxias satélites fagocitadas. En Andrómeda se han  contabilizado unos 500 cúmulos globulares y en nuestra galaxia unos 200.

Las galaxias Antena (NGC 4038 y NGC 4039), caso emblemático de fusión de galaxias debido a la fuerza de gravedad (NASA/ESA).

¿Que nos depara el mañana?... pues bien, llegará un momento, dentro de un futuro increíblemente lejano, en que Andrómeda y nuestra Vía Láctea van a colisionar, fusionándose en una galaxia elíptica gigante que algunos ya han bautizado como "Lactómeda". Sin duda M33 terminará por unirse a la fiesta, aunque no está claro como. Algunas simulaciones indican que nuestra Vía Láctea colisionará con M33 para luego unirse a Andrómeda. En otro escenario, puede ser que Andrómeda y nuestra galaxia se unan para formar un trío con M33 sumándose un poco después. Ya lo ven, la misma fuerza fundamental que los mantiene unidos al suelo origina estos vaivenes en los sistemas galácticos, un proceso demasiado largo para ser visualizado en nuestros breves lapsos de vida.


Un futuro lejano. Las tres principales galaxias de nuestro Grupo Local se unirán para formar una galaxia elíptica gigante (Wikipedia).

sábado, 23 de diciembre de 2017

Feliz navidad 2017


Quiero desear a cada uno de mis lectores unas muy felices fiestas en compañía de sus seres queridos. Disfruten los momentos juntos y quédense con recuerdos que les hagan sonreír a futuro.

Este post va con especial dedicación a Claudio Lemunao, nuestro estudiante de 8° básico que hace unas semanas, en un segundo trágico, cruzó a la eternidad y ahora es un espíritu que brilla junto a las estrellas. Que dolor tan inmenso ver vidas jóvenes trastocadas antes de tiempo.

Abrazos para todos, un abrazo para ti querido Claudio, estés donde estés.

Vuestro servidor, Franco Vargas Véliz.







viernes, 22 de diciembre de 2017

La inteligencia artificial descubre nuevos exoplanetas analizando las curvas de luz del telescopio Kepler.


El análisis de la enorme cantidad de datos recogidos por el telescopio espacial Kepler de la NASA es un proceso lento y laborioso. De hecho, la astronomía es una ciencia que en la última década acumula océanos de datos (piensen en la misión Gaia) que deben ser correctamente analizados para extraer la información correcta. Sin la ayuda de potentes computadores que procesan este material -big data- sería imposible avanzar con la celeridad deseada. La novedad es que la inteligencia artificial desarrollada por el gigante Google viene al rescate y se ha sumado a la búsqueda con prometedores resultados.

El programa utiliza un algoritmo de Deep learning en redes neuronales artificiales convolucionales (como nuestro cerebro). Los investigadores Christopher Shaulle y Andrew Vanderburg entrenaron el programa, ingresando 15.000 curvas de luz que delataban la presencia de exoplanetas alrededor de estrellas. Estas variaciones en las curvas de luz se producen cuando los planetas transitan delante de su estrella y provocan una minúscula disminución en el brillo total emitido por la estrella. A partir de esta primera fase de “aprendizaje supervisado”, el programa es capaz de seguir por su cuenta y detectar pequeños cambios que otras técnicas de análisis (ni hablar de científicos de carne y hueso) habían pasado por alto. La gracia de todo esto es que la red neuronal "aprende" y es capaz de descartar los falsos positivos provocados por fenómenos astrofísicos o instrumentales.

El descubrimiento más llamativo nos remite al sistema estelar de Kepler 90 (KIC 11442793), una estrella ubicada a 2445 años luz de distancia de características similares a nuestro Sol, en la constelación de Draco. Conocíamos ya la existencia de siete planetas a su alrededor. Ahora, gracias al hallazgo de Kepler-90 i, tenemos al segundo sistema estelar con ocho mundos aparte del nuestro, relegando al famoso TRAPPIST-1 (con siete planetas) a la segunda posición. Kepler 90 i es un planeta rocoso fuera de la  zona de habitabilidad. Su período es de apenas 14,4 días alrededor de una estrella más calurosa que nuestro Sol, por tanto las temperaturas deben ser asfixiantes al igual que Mercurio. El sistema de Kepler 90 es muy compacto (pero no al extremo de TRAPPISt-1), de hecho el planeta más lejano, Kepler 90 h, orbita a la misma distancia que la Tierra de nuestro Sol.

Otro hallazgo interesante es Kepler 80 g, el sexto planeta descubierto alrededor de Kepler 80 (KIC 4852528). Kepler 80 g es un 13% más grande que la Tierra y orbita con un período de 14 días. Al igual que Kepler 90 i se encuentra demasiado cerca de su estrella y las temperaturas deben ser demasiado altas, quedando fuera de la zona habitable.

El sistema planetario de la estrella Kepler 90. Muy compacto en comparación al nuestro (NASA/ Ames Reseach Center/Wendy Stenzel).


Los ocho mundos alrededor de Kepler 90. Van desde planetas con masas similares a la Tierra hasta gigantes gaseosos situados en el borde exterior (NASA/Ames Reseach Center/Wendy Stenzel).


En esta primera fase la red neuronal analizó una muestra de 670 estrellas donde ya se habían detectado exoplanetas. La suposición que guió esta etapa del trabajo es que esas estrellas eran los mejores lugares para buscar mundos que hubiesen pasado inadvertidos. La intención es que la inteligencia artificial basada en redes neuronales estudie las curvas de luz de unas 150000 estrellas en la base de datos de Kepler. Debemos recordar que durante su fase primaria, ejecutada entre 2009 y 2013, Kepler observó unas 200.000 estrellas en una pequeña región del firmamento entre las constelaciones de Cisne, Draco y Lira. Su misión principal era descubrir exoplanetas orbitando alrededor de estrellas de características similares a nuestro Sol. Sin duda hay un filón de datos a la espera de ser excavados.

Shaulle ha declarado que tuvo la idea de analizar con inteligencia artificial las curvas de luz de Kepler cuando estaba en su tiempo libre. Navegando por internet fue consciente de que las voluminosas bases de datos de Kepler eran un objetivo idóneo para lucir el potencial de esta flamante tecnología.  Paper en arxiv, con la exposición de los resultados del proyecto. El documento fue aceptado para su publicación en la revista Astronomical journal.

Así, la inteligencia artificial continúa con sus progresos lentos pero seguros. En 1996 la inteligencia Deep Blue de IBM derrotó al campeón humano de ajedrez Gari Kasparov. A partir de ahora ningún humano será capaz de vencer a las máquinas en el juego de ajedrez. En 2016 AlphaGo, de Google Deep Mind, derrotó al campeón mundial del juego del GO, el surcoreano Lee Sedol. Ya hay programas que asisten a los médicos en el diagnóstico de enfermedades y ejecutan complejas cirugías. Sin duda las próximas décadas estarán cargadas de novedades en el campo.


martes, 19 de diciembre de 2017

La Unión Astronómica Internacional aprueba 86 nuevos nombres para estrellas.


La Unión Astronómica Internacional (UAI) continúa con su cruzada para aprobar nombres propios para las estrellas más brillantes del firmamento. La intención es que estos nuevos nombres provengan de culturas esparcidas por todo el globo, distintas a las tradicionales en el campo astronómico.

Como ya saben, la mayoría de los nombres propios de las estrellas más brillantes (Betelgeuse, Antares, Rigel, Aldebarán, Tolimán, Sirio, Canopus, Castor, Póllux, largo etc.) provienen de tradiciones griegas, latinas y árabes. Estos nombres fueron heredados y utilizados por la astronomía moderna. El detalle es que todas las culturas del globo han contado con observadores dispuestos a escudriñar el misterioso cielo nocturno. En muchos casos, también bautizaron estrellas con sus términos propios, pero estos nombres no se han traspasado a la astronomía moderna.

Logo de la iniciativa (IAU).


Lo que se ha hecho es buscar una solución de compromiso. Está claro que seguiremos utilizando los nombres tradicionales para las estrellas más brillantes (Rigel, Antares, etc.) … pero en el cielo lo que sobran son estrellas, y la UAI decidió que otros astros podrían ser bautizados con nombres de culturas distintas a las clásicas. La iniciativa es formal y el catálogo estelar aprobado por la UAI. El objetivo es simbólico y pretende sellar a la astronomía como una iniciativa de exploración que requiere esfuerzos y alianzas internacionales. Si el firmamento cubre a todos los seres humanos, entonces que todas las culturas humanas estén representadas en él.

El WGSN (Working Group Star Names) de la UAI aprobó nuevos nombres para 86 estrellas. Los nombres provienen de culturas tan distintas y tan repartidas por el globo como la china, hindú, copta, maya, polinesia y los pueblos aborígenes australianos. El trabajo implica rastrear en las distintas tradiciones y precisar aspectos como la ortografía y pronunciación de los nombres candidatos. Este punto es importante, porque en algunos casos tenemos nombres de estrellas con hasta doce versiones distintas (al más puro estilo de las variantes textuales de los manuscritos del nuevo testamento). Este lote de 86 nombres se añade a los 227 ya sancionados oficialmente por la UAI. Ahora tenemos 313 estrellas con hermosos nombres propios.

Es muy importante destacar que estos nuevos nombres NO anulan las designaciones científicas que las estrellas ya tenían. Por ejemplo, en el caso de Bharani, tanto puedes usar Bharani como 41 Arietis (o si prefieres HD 17573), esto queda a gusto del consumidor.

Algunos ejemplos destacados en la nota de la UAI: 

De las tradiciones hindúes tenemos a Revati y Bharani, los nuevos nombres para Zeta Piscium y 41 Arietis respectivamente. Bharani es el nombre de la diosa de la buena fortuna en la religión hindú.

Desde Tahíti tenemos a Pipirima, el nuevo nombre de Mu2 Scorpii, componente de una brillante estrella binaria en la constelación del Escorpión. 

Desde Africa del Sur tenemos a Xamidimura (“ojos del león"), nuevo nombre de Mu1 Scorpii.

Alsephina ("el barco") es el nuevo nombre de origen árabe para la estrella binaria Delta Velorum (HD 74956, HR 3485). Con una magnitud conjunta de 5.5 es la estrella más brillante de las que toman nombres en esta pasada.

A 5,8 años luz de distancia se encuentra una estrella enana roja descubierta por el astrónomo Edward Barnard en 1916. Desde entonces le hemos llamado Estrella de Barnard (HIP 87937), si bien la designación no era oficial. Pues bien, ahora la UAI sancionó el nombre en homenaje al descubridor.

La nota en la página oficial dela UAI. De pasada revisen el listado de los 313 nombres aprobados hasta ahora. No creo que obtengan ideas para bautizar un hijo... Pero tal vez para una mascotita.

En este blog ya habíamos tratado iniciativas similares AQUÍ.

Los catálogos más modernos incluyen millones de astros y es materialmente imposible asignarles un nombre propio a cada uno. La solución es entregar una designación numérica que señala el nombre del catálogo más las coordenadas de la estrella. La iniciativa de la UAI aporta un valioso componente arqueoastronómico, pero por supuesto, las designaciones alfanuméricas no tienen reemplazo viable por ahora.


jueves, 14 de diciembre de 2017

El Océano de las Tormentas


Casi todo el cuadrante noroccidental de la cara visible de nuestro satélite está ocupado por el Océano de las Tormentas (Oceanus Procellarum), el mayor de los maria de nuestra Luna y uno de los más irregulares.


Con una superficie de casi 1.600.000 kilómetros cuadrados, el Océano de las Tormentas es el mayor de los mares lunares, tan extenso que mereció el calificativo de “Océano”. De bordes irregulares, es casi el doble de grande que su más próximo competidor (el Mar de las lluvias). Como todos los grandes mares selenitas, se cree que el Océano de las Tormentas es producto del llamado Bombardeo Intenso Tardío, un período acontecido hace unos 3.900 millones de años, en que todos los cuerpos del sistema solar interior fueron afectados por violentos impactos de meteoritos. Esta lluvia de cuerpos fue provocada por los movimientos de Júpiter y Saturno a medida que se adaptaban a sus órbitas actuales. Los mares importantes de la Luna muestran el mismo mecanismo de origen: los brutales impactos perforaron la corteza lunar e hicieron fluir magma sobre la superficie. Este magma terminó por enfriarse y convertirse en basalto, un material de muy bajo albedo (brillo), que da a los mares lunares su característico tono oscuro. 


El Océano de la Tormentas ocupa el cuadrante noroccidental de nuestro satélite (wikipedia).



Los mares de la cara visible de nuestro satélite. El Océano de las Tormentas (Oceanus Procellarum) es el más extenso de todos.



De todas formas, muchos científicos no tienen claro que el Océano de las Tormentas sea producto de un impacto lunar y se han ofrecido otras teorías, como que es producto de un graben geológico  durante la infancia de nuestro satélite.

Al norte del Océano de las Tormentas tenemos el Mar de las lluvias (Mare Imbrium). Es más antiguo que el mar de las tormentas y en su caso no existen dudas de que fue originado por el colosal impacto de un meteorito. Por el sur, el Océano de las Tormentas conecta con dos mares satélites, Mar de las Nubes (Mare Nubium) y el Mar de la Humedad (Mare Humorum), mucho más pequeños y de bordes irregulares.

El Océano de las Tormentas alberga una serie de brillantes cráteres, hecho afortunado que es resaltado por el contraste de estos cráteres con el fondo oscuro del mar. Uno de los más notables es el hermoso Aristarco, un brillante cráter de unos 40 kilómetros de diámetros y unos 3,7 de profundidad. Es un cráter joven -no tiene más de 450 millones de años- por lo que el viento solar aún no ha tenido tiempo de oscurecer el material eyectado durante el impacto, que se depositó en forma de brillantes rayos que se extienden alrededor del cráter, rayos que no generan sombras pues son depósitos superficiales. Aristarco se encuentra situado en la meseta homónima, un terreno elevado que incluye otros rasgos interesantes. Un poco más hacia el oeste encontramos el Vallis Schroter, una imponente grieta de 150 km de largo y 1 km de profundidad que serpentea amenazadoramente por la superficie lunar. El origen de esta notable formación sería volcánico, tal vez es un antiguo conducto de lava cuyo techo colapsó, dándole su aspecto actual.

Ubicación del cráter Aristarco , el punto más brillante de la Luna (Virtual Moon Atlas).



Otro accidente lunar de interés es el cráter Copérnico. Se encuentra casi en el borde oriental del océano (que equivale al centro del hemisferio lunar visible), tiene forma de hexágono, un diámetro de 93 kilómetros y 3.000 metros de profundidad. Es un accidente complejo, con muros escalonados que se extienden en forma concéntrica, como los baluartes de una antigua fortificación. Es un cráter joven, de unos 800 millones de años y está rodeado por un sistema de brillantes anillos que, en algunos casos, llegan a tocar los bordes de los cráteres Tycho y Kepler. La imagen que adjunto abajo fue captada por el Lunar Orbiter 2 y fue llamada “la imagen del siglo” por los integrantes de la NASA. Copérnico tiene una serie de elevaciones centrales (llamadas pitones), de unos 1800 metros de altura, que corresponden a material eyectado por el meteorito que volvió a caer sobre el lugar de impacto, tipo rebote. Al norte de Copérnico se encuentran los montes Cárpatos, cadena montañosa de 360 kilómetros de longitud que ejerce de frontera con el Mare Imbrium y al sur nos encontramos el mucho más pequeño Mar de las Islas (Mare Insularum). Al oeste de Copérnico podemos distinguir el cráter Kepler, otro de los puntos luminosos de nuestro satélite. Tiene un diámetro de 30 kilómetros y una profundidad de casi 3. Es un gran centro de radiaciones muy visible con luz cenital, de hecho, su sistema de rayos se extiende por casi 300 kilómetros.



El Lunar Orbiter 2 captó esta imagen oblicua del cráter Copérnico, desde una altura de 45 kilómetros. No sé si califique para la "imagen del siglo", pero vaya que es espectacular. Observen el sistema de parapetos que forman los muros del cráter (NASA).



Oceanus Procellarum fue el lugar de destino del Apolo 12, la segunda misión tripulada de la NASA en pisar la Luna tras Apolo 11. El módulo lunar Intrepid llevó a los astronautas Charles Conrad y Alan Bean en su interior. Ambos dieron sendas caminatas por la superficie lunar, aunque un desperfecto con su cámara de grabación les impidió reunir imágenes a color que valían oro desde un punto de vista publicitario. Al regresar trajeron consigo unos 30 kilos de rocas lunares, de su análisis se precisó que son más jóvenes que las del Mar de la Tranquilidad. Otras naves no tripuladas, las sondas soviéticas Luna 7, 8, 9 y 13, y el Surveyor 3 estadounidense, fueron enviadas a explorar esta región lunar.


Paseando por el Océano de las Tormentas. Charles Conrad, de la misión Apolo 12, despliega la bandera de su país sobre la superficie lunar (NASA).


En suma, el Océano de las Tormentas lo apreciamos a simple vista, aunque no es tan fácilmente reconocible como el resto, debido a la irregularidad de sus bordes. Ya saben... no se pierdan sus magníficos cráteres, y recordar que el mejor momento para atisbar la Luna es durante las fases crecientes/menguantes, en que los juegos de sombras nos permiten distinguir muchos detalles de la superficie. Un vistazo a la Luna llena te priva de esos contrastes y te quedarás con una impresión chata de bidimensionalidad.

sábado, 2 de diciembre de 2017

El Campo Extremadamente Profundo del Hubble.


Uno de los logros de nuestra especie que más me gusta revisar son las imágenes de campo profundo obtenidas por el telescopio espacial Hubble. Veamos mejor que es esto.

Entre su apretada agenda, el Hubble se ha dedicado a captar valiosas imágenes en profundidad de pequeñas regiones del firmamento caracterizadas por su (aparente) falta de objetos celestes. Así tenemos el Campo Profundo del Hubble (HDF, por sus siglas en inglés), el Campo Ultra Profundo del Hubble (HUDF), del año 2004 y el Campo Profundo Sur del Hubble (HDFS).

En septiembre de 2012 NASA publicó la XDF (eXtreme Deep Field), una pequeña parte del espacio en el centro del Campo Ultra Profundo del Hubble en la constelación de Fornax (el horno). La imagen se obtuvo después de 23 días de observaciones repartidas a lo largo de una década, combinando imágenes de infrarrojo y luz visible. La imagen cubre un área de 2.3 x 2 minutos de arco, una fracción minúscula del tamaño de nuestra Luna llena. Veamos el resultado:

La imagen de mayor profundidad que hemos captado del universo. A esta escala cada punto brillante es una galaxia con millones de estrellas y planetas (NASA/ESA).

Vértigo… en este pequeño trozo de cielo aparecen unas 5500 galaxias, algunas tan lejanas que se perciben como simples puntos de luz, sin revelar mayores detalles. Aquí tendríamos las galaxias más lejanas que hemos podido captar. Hasta donde tengo entendido, el récord en la imagen lo tiene UDFj-39546284, situada a unos 13.200 millones de años luz de distancia, o dicho de otra forma: una galaxia que existía cuando nuestro universo apenas tenía 450 millones de años. La medición del corrimiento hacia el rojo de su espectro indica un Z=10, resultado muy debatido y necesitado de confirmación. Por ahora la galaxia más lejana confirmada es GN-z11.

Otro descubrimiento es la supernova Primo, la supernova tipo Ia más lejana observada, a unos 9.000 millones de años luz. 

Resultados que asombran… lo único más lejano que podemos captar con nuestros instrumentos es el fondo cósmico de microondas, una imagen de nuestro universo cuando apenas tenía 380.000 años.


Tamaño del XDF en comparación a la Luna llena.


La galaxia UDFj-39546284. Incluso ampliando al máximo solo podemos distinguir una borrosa mancha de luz. Posiblemente sea la galaxia más lejana captada, pero los datos de su corrimiento hacia el rojo necesitan confirmación.


A mi modo de ver este tipo de imágenes forman parte de los logros más selectos de nuestra civilización, a la par con los frescos de la Capilla Sixtina, el renacimiento, la energía nuclear con usos pacíficos, las sondas Voyager, el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), etc. (añadir los que ustedes estimen).


Quizá los viajes en el tiempo sean una quimera, pero la  XDF nos permite contemplar el pasado, la infancia de nuestro universo cuando apenas tenía un 5% de su edad actual.




jueves, 30 de noviembre de 2017

El cúmulo M67


En la constelación de Cáncer tenemos dos cúmulos abiertos notables: M44, conocido como el Pesebre, y M67, objeto de esta entrada.

Los cúmulos abiertos son formaciones de estrellas que tuvieron un origen común, es decir, se originaron al mismo tiempo de la misma nube de hidrógeno. Tras su génesis permanecen unidas por la fuerza de gravedad, al menos por un tiempo, ya que el paso de las eras termina por disgregarlos y cada componente sigue su propio destino alrededor del núcleo galáctico.

M67 fue descubierto antes de 1779 por Johann Gottfried Koehler. Es uno de los cúmulos abiertos más antiguos de la galaxia, con una edad que rondaría los 4.500 millones de años, (las Pléyades tendrían 300 millones) más o menos la edad de nuestro Sol. El hecho es interesante, porque se ha postulado la idea de que M67 es, precisamente, la familia original de nuestro Sol. Aparte de la edad aducen otras semejanzas, como una composición química muy similar (esto es, los porcentajes de elementos pesados de cada estrella). No hay forma de corroborar esta sugestiva teoría, porque en 4.000 millones de años el Sol ha tenido tiempo de dar unas 20 vueltas en el carrusel galáctico, atravesando masas de campos estelares, material, polvo y enfrentando todas las distorsiones gravitatorias de tan largo viaje.

El cúmulo M67, en la constelación de Cáncer (wikipedia).


M67 (NGC 2682) tiene unas 500 estrellas (como las Pléyades), las más brillantes con magnitudes aparentes entre 9-10. Se encuentra bastante lejos, a unos 2.700 años luz de distancia. Cubre un diámetro de unos 20 años luz y su magnitud conjunta anda por los 6, visible a simple vista, pero de forma muy tenue. La mayoría de las componentes todavía están en la secuencia principal (fusionan hidrógeno), pero hay estrellas para todos los gustos: gigantes naranjas de tipo M, junto a débiles enanas rojas y estrellas azules tipo B muy brillantes. El cúmulo es un excelente campo de observaciones sobre los modelos de evolución estelar y ha sido estudiado con mucho detalle.

Hay exoplanetas en el cúmulo. Se han descubierto algunos Júpíteres calientes, esto es, planetas de masas similares a nuestro Júpiter orbitando muy cerca de sus estrellas, por tanto, con temperaturas más elevadas. El método para encontrarlos ha sido la velocidad radial, que nos permite medir el pequeño bamboleo que planetas en órbita inducen sobre sus estrellas. Uno de los jupíteres orbita en torno a una estrella que es, a todos efectos, un gemelo de nuestro Sol. Los modelos de génesis planetaria indicarían que este tipo de planetas se originan lejos de su estrella madre (como nuestro Júpiter) para posteriormente migrar hacia el interior, pero estos modelos aún no están claros.

Concepción artística de un Júpiter caliente orbitando muy próximo a una estrella del cúmulo M67.



M67 es un interesante objeto al ocular del telescopio, aunque el primer efecto es confundirlo con el mucho más brillante M44, del que se encuentra separado por unos 10 grados de distancia. Ocupa unos treinta minutos de arco, más o menos el diámetro de la Luna llena. El cúmulo es visible en estas fechas (noviembre), asomándose por el este después de la medianoche. Van a necesitar cielos oscuros para un resultado óptimo. La constelación de Cáncer esta formada por estrellas poco brillantes lejos del plano galáctico, pero aun así en una región del cielo que contiene algunos de las estrellas más destacadas del firmamento. Lo mejor es ubicar el par brillante de estrellar Castor y Póllux (en el Can Menor) y desde ahí trazar una línea imaginaria hasta Régulo (la estrella más brillante de Leo). Casi en mitad de esta línea imaginaria encontrarán la constelación de Cáncer. M67 está cerca de Acubens (Alfa Cancri), que en realidad es la segunda estrella más brillante de la constelación después de Altarf (Beta Cancri). Deberán tener cierta paciencia para localizarlo, pero vale la pena, posiblemente se encuentren observando el lugar del nacimiento de nuestro Sol.

Ubicación de M67 en la constelación de Cáncer (Stellarium).



lunes, 27 de noviembre de 2017

Buscando un nombre para 2014 MU69, el próximo objetivo de la sonda New Horizons


NASA está recibiendo propuestas para seleccionar un nombre informal para 2014 MU69, el próximo objetivo de su sonda New Horizons.

Después de visitar Plutón en julio de 2015, la sonda New Horizons continuó su camino en dirección a otro objeto del cinturón de Kuiper, un cuerpo de unos 25 kilómetros de diámetro situado 1.600 millones de kilómetros más allá de Plutón. El encuentro se producirá en enero de 2019.

En sí mismo, 2014 MU69 no tiene nada de particular. Los científicos creen que es un objeto representativo (común) del cinturón de Kuiper, pero el ser visitado por una sonda humana inmediatamente le hará ascender de categoría. Se incrustará en nuestras memorias y será un capítulo más en la exploración del espacio. Por eso los responsables de la misión están buscando un nombre que suene más ameno que una denominación que nos recuerda un código de barras o una matrícula vehicular.

Concepción artística de la sonda New Horizons explorando a 2014 MU69, posiblemente un objeto binario (NASA).


Iniciativas así ya son comunes. En su momento existió una campaña para asignar nombres provisionales a los accidentes de Plutón/Caronte, y otra campaña ciudadana auspiciada por la UAI y Zooniverse buscó bautizar a un grupo de estrellas y exoplanetas. Objetivos para bautizar sobran.

La campaña de propuestas finalizará el 1 de diciembre,  así que deben darse prisa! … Se revisarán las sugerencias y la propuesta con más votos gana. La elección será comunicada a mediados de enero. Por supuesto, cualquier nombre debe ser aprobado por la Unión Astronómica Internacional para adquirir rango oficial.

Para enviar sugerencias o votar por las ya existentes ENTRAR AQUÍ


PS. Esperemos que la elección sea más fácil que Oumuamua.


La visita de Oumuamua, el primer asteroide interestelar.



Finalmente, la humanidad ha tomado contacto con el primer objeto celeste proveniente de otro sistema estelar. El 17 de octubre, el telescopio espacial Pan-STARRS detectó un objeto estelar moviéndose por el espacio a gran velocidad. Parecía un cometa más y recibió la denominación C/2017 U1. El cálculo de su órbita nos mostró que su perihelio había ocurrido el 9 de septiembre, momento en que se aproximó a unos 38 millones de kilómetros del Sol. El objeto no había mostrado el desarrollo de la cola típica de los cometas, por tanto, la denominación de cometa fue cambiada a la de asteroide: A/2017 U1. Pero habría más sorpresas. Las observaciones mostraron que el asteroide tenía una órbita hiperbólica, dicho de otra forma, que el objeto descubierto no provenía de la nube de Oort, ni siquiera de alguna región del sistema solar: era un vagabundo de los vacíos del espacio interestelar. Había dado un giro en su trayecto, afectado por la enorme gravedad del Sol y se estaba alejando a toda velocidad, de vuelta al infinito. La UAI tuvo que crear una nueva categoría para este excepcional objeto y le dio la denominación 1I 2017 U1, donde la “I” significa interestelar, el primer mensajero de otra estrella.

Concepción artística de Oumuamua. Su forma alargada es muy inusual, dado lo que sabemos respecto a objetos de este tipo (ESO/M Kormesser)

Se decidió dar un nombre propio al objeto 1I 2017 y escogió la palabra “Oumuamua”, que en el lenguaje hawaiano denota a un explorador o visitante que hace su primera aparición por un territorio. Les va a tardar un rato familiarizarse con la palabra. Yo habría escogido una palabra menos enmarañada*, pero el descubrimiento del objeto fue realizado desde un observatorio en Hawai, y el equipo autor del hallazgo se vio con toda la autoridad para proponer el nombre.

Como resulta obvio, la noticia del descubrimiento concitó una enorme atención y muchos telescopios intentaron rastrearlo. Cuando fue descubierto Oumuamua se estaba alejando del sistema solar a una velocidad de 38 km/s. En 2018 dejará de ser visible, así que había que darse prisa. El VLT de ESO instalado en el norte de Chile entró en acción y pronto hubo resultados. Las variaciones en el brillo mostraron que Oumuamua era un objeto de unos 400 metros de diámetro y unos 30 de ancho, aunque estas mediciones contienen cierto margen de error. Tendría una composición metálica o rocosa y el color del asteroide sería rojo, similar a las manchas rojizas presentes en los cuerpos del cinturón de Kuiper (me acordé de Mordor Mácula en Caronte), delatando la existencia de compuestos orgánicos sobre su superficie. Por otra parte, el hecho de que Oumuamua no desarrollase una cola sería otra evidencia de la carencia de materiales volátiles sobre su superficie. También sabemos que Oumuamua rota sobre su eje con un período de 7 horas.

La breve visita de Oumuamua. Queda a la imaginación suponer cuanto tiempo llevaba sin acercarse a una estrella. Ahora se aleja a toda velocidad y no volverá jamás (NASA).

La aparición de Oumuamua concitó una enorme atención internacional, por la obvia razón de ser el primer asteroide interestelar, pero también porque no sabemos cada cuanto tiempo objetos de este tipo aparecen por nuestro vecindario. Tenemos el primero, y este evento ha causado una revisión de las estimaciones de cuantos de estos pedruscos deambulan por las cercanías de nuestro sistema solar. Una estimación nos dice que siempre habría por lo menos uno en un volumen de 1 UA alrededor del Sol, pero otros refutan el estudio como muy optimista, también existe el problema de que serían muy débiles y difíciles de descubrir. Los pesimistas opinan que no tendremos otra oportunidad de observar un objeto así durante décadas, incluso quizá siglos. El hecho concreto es que la aparición de Oumuamua dejó a muchos con sed de darle un vistazo más a fondo.

La concretización de este anhelo investigativo se ha dado en el Proyecto Lira, de la i4is (Initiative for Interstellar Studies). Oumuamua se acercó a nosotros desde la dirección de la constelación de Lira, de ahí el nombre del proyecto. Básicamente consiste en lanzar una sonda de exploración a toda velocidad para dar alcance al asteroide. La idea de una persecución espacial puede sonar descabellada al principio, pero tendría un fundamento sólido: si enviamos una sonda en 2025 daría alcance a Oumuamua el 2055. Por supuesto, los costos no son menores y no esta nada claro quien aportaría la financiación para el proyecto. Aventuras de este tipo se suelen planear con años (a veces décadas) de anticipación y agencias como NASA tienen todo su presupuesto ya distribuido. Por tanto, sin duda la persecución se quedará en el papel.

Persecuciones aparte, no se puede dudar que esta breve visita es un acontecimiento histórico. Ahora la gran duda está puesta en la frecuencia de esta clase de visitas. La próxima vez tendríamos que estar más preparados.


*Todos los blog divulgativos que he revisado claman por bautizar “Rama” al asteroide, en honor a la nave alienígena de nombre homónimo en un libro de Arthur C. Clarke.


domingo, 26 de noviembre de 2017

Descubrimiento de Ross 128 b, la segunda exotierra más cercana a nuestro sistema solar.



En los últimos dos años hemos vivido una oleada de interesantes hallazgos planetarios. Los descubrimientos caen rápidamente, de tal manera que muchos ya no se sorprenden y sospecho que en un tiempo más simplemente dejarán de ser noticia. Al menos en Chile la televisión abierta aún se digna a dedicarles 30-40 segundos durante los noticiarios. Si recapitulamos, el primer descubrimiento sabroso fue Próxima b, un exoplaneta que orbita alrededor de nuestra vecina Próxima Centauri, una enana roja a 4,2 años luz. Luego vinieron los planetas de TRAPPIST-1, de los que unos tres podrían estar ubicados en la zona de habitabilidad, y finalmente, para coronar el año, el Observatorio Austral Europeo (ESO, por sus siglas en inglés) nos presenta a Ross 128 b.

Concepción artística de Ross 128 b y su estrella madre. Colores y configuración de la superficie son totalmente hipotéticos. Siempre se debe recordar que no hemos visto directamente ninguno de estos mundos, y solo sabemos de su existencia gracias a métodos indirectos, como tránsitos o velocidad radial (ESO/M. Kornmesser).


El nuevo planeta fue descubierto en la constelación de Virgo, orbitando alrededor de la enana roja  Ross 128 (HIP 57548, Próxima Virginis), una estrella tipo M4 con un 15% de la masa solar y ubicada a 11 años luz de distancia. De esta forma Ross 128 b es el segundo exoplaneta (tras Próxima b) más cercano a nuestro sistema solar. Bastante cerca a escalas cósmicas. Ross 128 b sería un planeta de tipo rocoso con una masa mínima equivalente a 1,35 masas terrestres, y está ubicado a 7,4 millones de kilómetros de su estrella madre, en el límite interior de la zona habitable. Puede parecer que a tan escasa distancia de su estrella el planeta estaría frito por un intenso calor, al estilo de Mercurio, pero debemos recordar que las enanas rojas son astros muy fríos y en el caso de Ross 128 su temperatura superficial es apenas la mitad de nuestro Sol. En cuanto a su período de rotación es de 9,9 días.

Ross 128 b* fue descubierto por el espectrógrafo HARPS (High Accuracy Radial velocity Planet Searcher) del telescopio de la Silla en Chile, gracias al método de velocidad radial, que en buen español significa que usamos el efecto Doppler para identificar el pequeñísimo tirón gravitatorio que Ross 128 b ejerce sobre su estrella madre. La gravedad (en el sentido clásico de Newton) es una fuerza de atracción entre dos masas cualquiera. Así, el Sol atrae a la Tierra, pero la Tierra atrae a su vez al Sol, ejerciendo sobre él un pequeño tirón (muy, pero muy pequeño) que hace variar la velocidad con que el Sol se mueve en el espacio. Pues bien, HARPS es capaz de detectar el pequeñísimo bamboleo de Ross 128, y un análisis cuidadoso de su espectro nos permite deducir la masa de los objetos involucrados, así es como sabemos que Ross 128 b tiene -como mínimo- una masa terrestre. El descubrimiento requirió una década de observaciones con el instrumento HARPS, más complejas tareas de reducción y análisis de datos.

Lamentablemente Ross 128 b no transita por delante de su estrella madre, o para ser más precisos, el ángulo en que lo vemos desde la Tierra nos imposibilita ver el tránsito. Esto es como si nos situáramos sobre el polo norte de la Tierra y comenzáramos a elevarnos por el espacio hasta distinguir la elipse de la órbita terrestre alrededor de nuestro Sol: no estaríamos en posición de ver los tránsitos de nuestro planeta. El hecho de estar imposibilitados de ver los tránsitos de Ross 128 b nos impide obtener cualquier análisis espectrográfico por ocultación de los componentes de su atmósfera.

Ross 128 b orbita alrededor de una enana roja tipo M4. Ya hemos comentado que este tipo de estrellas son conocidas por las letales fulguraciones de rayos X y partículas cargadas, capaces de cargarse la atmósfera de un planeta, pero en este caso Ross 128 es una enana roja bastante tranquila y bien portada, en consecuencia, el planeta descubierto apenas recibe 1,38 veces más irradiación que la Tierra, así que las condiciones del exoplaneta descubierto no serían tan adversas. Las temperaturas planetarias estarían en el rango de -60 y 20°C, muy cercano a la realidad de la Tierra. Es probable que, dada la escasa distancia que lo separa de su estrella (apenas 0,05 UA), Ross 128 b presente acoplamiento de marea, es decir, que siempre muestra el mismo hemisferio hacia su estrella madre, provocando una gran disparidad en las temperaturas imperantes en cada hemisferio, pero siempre nos quedará la zona crepuscular donde las condiciones sean más favorables.



Por supuesto, a estas alturas el hallazgo de exoplanetas en zona de habitabilidad casi no es novedad, un escenario casi impensado hace una década, cuando los mundos descubiertos se contaban con los dedos de la mano (y sobraban dedos). Ahora estamos a un nivel superior de expectativas y todos quisiéramos detectar biofirmas (oxígeno, nitrógeno, vapor de agua, etc.) en la atmósfera de algún mundo. Eso sería un bombazo noticioso. Tendremos que poner nuestras presas en agua fría y esperar hasta la puesta en servicio del telescopio espacial James Webb -en 2019-  y del Extremely Large Telescope (ELT) de ESO para obtener más información sobre la composición atmosférica y química de los exoplanetas descubiertos.

Lo pintoresco es que Ross 128 se acerca a la Tierra y dentro de unos ochenta mil años (como quien dice, a la vuelta de la esquina) estará a unos seis años luz de distancia. Ya hemos hablado antes de estos acercamientos y fugas estelares. Quizá dentro de ochenta mil años la humanidad disponga de la capacidad para moverse entre las estrellas como Pedro por su casa... o quizá no, en todo caso, un exoplaneta tan prometedor a solo seis años luz de distancia suena como un objetivo muy apetecible para una futura misión de exploración.

Acercamientos estelares hasta un horizonte de 80.000 años. En ese momento Ross 128 será la estrella más cercana al Sol mientras que Próxima Centauri (actual más cercana) se habrá alejado (wikipedia).


¿Por qué tantos exoplanetas alrededor de enanas rojas?

No debemos olvidar que las enanas rojas son las estrellas más abundantes del universo, un 70% del total para ser más precisos. Por simple estadística la mayoría de las exotierras que detectemos orbitarán estrellas de este tipo. Próxima Centauri y TRAPPIST-1 son enanas rojas, también lo es la estrella de Barnard y otras distinguidas habitantes del barrio. Al parecer, la vía más rápida para descubrir exotierras en zona de habitabilidad pasa por observar a las enanas rojas.

Es una bonita forma de coronar el año. Los científicos planetarios han considerado el descubrimiento de Ross 128 b como un presente adelantado de navidad. Por supuesto, no existe ninguna certeza de que en este mundo reinen temperaturas templadas, y por el momento solo podemos especular. Necesitamos saber que elementos están presentes en la atmósfera de Ross 128 b y para eso nos falta camino. Sin duda la siguiente década, con el binomio ELT/JWST, será extremadamente productiva.

La estrella Ross 128 tiene magnitud aparente de 11 y no es visible a simple vista. Ninguna enana roja lo es.


*El consenso en cuanto a la denominación de los exoplanetas es tomar el nombre de su estrella madre y agregarles una letra en orden alfabético partiendo desde la b. Así, el exoplaneta en torno a Próxima Centauri es “Próxima b” … los mundos en torno a TRAPPIST-1 son “TRAPPIST-1 b”... “TRAPPIST-1 c”, etc.

jueves, 16 de noviembre de 2017

Crónicas de un aficionado.


Hoy publicaré algo ligeramente distinto. Algunos amigos me han sugerido que comente como fue mi inicio en este pasatiempo, y que consejos puedo dar a quienes estén en un trance similar. La verdad es que me dio bastante placer recordar esos tiempos, y he aquí algunas de mis experiencias de inicio.



Cuando me inicié en esta afición no existía la enorme cantidad de materiales que hoy podemos consultar en internet. Corría el año 1995 y una carta estelar no se conseguía a la vuelta de la esquina. Yo era un joven de 13 años y no tenía los recursos para adquirir libros sobre astronomía, y ni siquiera sabía si estaban disponibles en alguna parte. Por suerte tenía una enciclopedia Salvat del Universo, que en mis primeros años me proporcionaría el material necesario. El atlas incluía unas bonitas cartas estelares y un soberbio mapa de la Luna, que yo consultaba con boca abierta y cara de bobo (perdónenme, tenía 13 años). Había algo hipnótico en esas cartas estelares, en esa infinidad de puntitos blancos (las representaciones de las estrellas) sobre un fondo azul oscuro. Las líneas de las constelaciones eran de color amarillo. Todo el conjunto tenía un atractivo estético irresistible que me cautivaba. Todavía tengo ese atlas, que guardo con la misma devoción que un bibliófilo atesora un incunable o un teólogo acariciaría los manuscritos del Mar Muerto.  Para mí es importante recordar estas cosas, porque ilustra de manera perfecta como los años de juventud son excelentes ventanas de oportunidad para engullir conocimientos y ampliar los horizontes de un joven. No tengo parientes astrónomos, y de hecho, ningún familiar que esté remotamente cercano al quehacer científico, nadie me incentivó ni me guio, simplemente las fotografías del atlas fueron suficientes para mí. Han pasado veinte años, cierro los ojos y me veo en casa, en la quietud de una tarde de sábado, aprendiendo las distancias a la nebulosa de Orión, o revisando una y otra vez esa magnífica fotografía de la galaxia de Andrómeda. La conclusión de este pequeño inserto es que los primeros años de una persona son un terreno fértil que debe ser abonado con todas las herramientas posibles o deseables, por otra parte, lo que digo no es nada nuevo, infinidad de investigaciones refrendan que esto es así y siempre me alegra ver a los padres que (al margen de cualquier limitación), por medio de juegos y hobbies, intentan familiarizar a sus hijos en nuevos campos de la experiencia o el saber.

Pues bien, hasta que un día me decidí y salí en la noche a observar el cielo. Mi primer triunfo fue identificar Orión, que para todos estos efectos funciona como un excelente punto de referencia. A partir de Orión pude distinguir Sirio, Aldebarán, Las Pléyades, Canopus..y luego la Cruz del Sur, las nubes de Magallanes y un largo etcétera. A esa edad pequeños triunfos dejan una satisfacción duradera en el espíritu.

Pero claro, la observación a simple vista tiene unos límites y pronto sentí que necesitaba un telescopio. Esto era más complicado, era el año 1997 y los telescopios eran un artefacto bastante caro y yo no tenía ingresos propios, pero comencé a ahorrar con bastante disciplina, además de solicitar “donativos” a los miembros de la familia. Tras varios meses de ahorro reuní el dinero y viajé hasta Santiago en compañía de mi hermano mayor para adquirir uno. No tenía exactamente claro cuál sería el más conveniente para mí, había muy poca información disponible y yo no conocía personas que pudiesen orientarme en la temática. Hoy existen blogs y páginas excelentes que brindan toda la orientación que necesites sobre el tema, pero en aquellos años un adolescente como yo se batía con lo poco que podía investigar. Viéndolo en retrospectiva, mi primer telescopio lo adquirí casi "a dedo", guiándome por mi limitado presupuesto y algunos consejos que me dio la encargada de la tienda. Pues bien, adquirí un Konustar 50X700, y debo decir que fue una compra bastante acertada. Traía dos oculares, de 8mm y 20mm, y cuando lo utilizaba con el ocular de 20mm los resultados eran muy satisfactorios. Era un refractor, lo que significa que usaba una lente para captar la luz procedente de objetos lejanos. La lente enfocaba la luz hasta una lente secundaria que desviaba la luz 90° hasta el ocular. Me proporcionaba unos 30 aumentos, más o menos la misma capacidad de los primeros artilugios utilizados por Galileo cuatrocientos años antes. Regresé a Rancagua con mi nueva adquisición y me propuse enfocar la primera presa de todo aficionado: la Luna, que en aquellos días estaba en cuarto creciente.

La Luna es el cuerpo celeste más cercano a la Tierra, a 380.000 kilómetros de distancia, tres días de viaje para una misión Apolo. Instalé mi nueva adquisición y observé su superficie. Los mares se distinguían claramente, salpicados de cráteres de todos los tamaños. Un punto muy brillante destacaba sobre todo lo demás, era el cráter Tycho y su brillante sistema de rayos, aunque yo no lo sabía. El resto de mi familia hizo fila para dar un vistazo y quedaron bastante satisfechos. Al día de hoy no conozco a alguien que después de mirar la Luna por el ocular exclame: "ah... ¿solo era eso?"…personas así deben existir, pero no me las he topado.

Luego de hartarme con la Luna comencé las observaciones de otros cuerpos. En este sentido, siento que seguí el mismo itinerario, con pequeñas variaciones, que siguió Galileo Galilei cuando enfocó su telescopio al cielo durante los últimos meses del año 1609: Sol, Júpiter, estrellas, Saturno.

Si la visión de la Luna es formidable, Júpiter logra enamorar. Me costó encontrar el planeta, yo era un principiante con mucho entusiasmo pero pocas nociones sólidas. Tras algún esfuerzo lo pude ubicar pasada la medianoche, observando el cielo desde el frontis de mi casa. Había bastante contaminación lumínica, pero aun así la observación fue un éxito. Lo primero que distinguí fue el evidente disco del planeta. No era solamente un punto brillante como las estrellas, sino que podías discernir la forma esférica achatada del planeta. Su complejo sistema de bandas se distinguía con cierta dificultad. Pero lo más notable fue sorprender un enjambre de puntos brillantes alrededor del planeta, los famosos satélites galileanos Ío, Europa, Calisto y Ganímedes, todo un sistema solar en miniatura.

En fin, el paso de los años y el entusiasmo me fueron dando cierta práctica. No existen los éxitos inmediatos y cada satisfacción apareja un grado de esfuerzo. Mi visión retrospectiva es que fue un tiempo excelentemente invertido. Posiblemente en alguna entrada futura les comente un poco más sobre mis inicios. Hay alguna que otra experiencia pintoresca que tal vez valga la pena relatar... 

Como ya saben, yo no soy astrónomo profesional. Mi verdadera profesión está relacionada con las ciencias sociales, pero por supuesto, esto no me limita y considero que las personas deben cultivar sus intereses hasta donde deseen (o les sea posible).


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