domingo, 11 de junio de 2017

La vecina cascarrabias: Próxima Centauri.


Nuestro Sol es un grano de arena más en la inmensidad de una playa cósmica. Los otros granos de arena se extienden en todas direcciones a unas distancias que no podemos ni imaginar. Pero en este post nos enfocaremos en un humilde granito de arena, que no tendría nada de especial si no fuese por el hecho de que es la estrella más cercana al Sol.

Concepción artística de Próxima Centauri, la estrella más cercana a nuestro Sol. Ubicada a 4,2 años luz, es mucho más pequeña y menos brillante que nuestro astro, aunque si más densa.


Próxima Centauri es la estrella más cercana a nuestro Sol, a una distancia de apenas 4,2 años luz, a la vuelta de la esquina hablando en escalas astronómicas. Ubicada en la constelación del Centauro, es una enana roja variable tipo M5 con una masa de apenas 12% de nuestro Sol y 1/8 de su diámetro. Estas enanas rojas son en todo distintas a las gigantes rojas y bajo ningún concepto deben ser confundidas. Han cobrado gran relevancia en la última década porque los estudios señalan que serían las estrellas más abundantes de nuestra galaxia. Una enana roja es una estrella más pequeña que nuestro Sol y por tanto mucho menos luminosa. Las temperaturas de su superficie también son menores a la superficie de nuestro Sol, hecho que les brinda su color rojo característico. Una enana roja es una estrella cuya vida debe ser lo más parecido que conocemos a la idea de eternidad: su vida se extiende por unos intervalos de tiempo enormes, pues el hidrógeno de su núcleo se aprovecha mucho mejor que en las estrellas gigantes, pródigas y malgastadoras de combustible. De hecho, Próxima Centauri y todas las enanas rojas conocidas están aún en la secuencia principal (fusionan hidrógeno). No ha transcurrido la cantidad de tiempo suficiente para que cualquiera de ellas agote sus reservas de hidrógeno y evolucione a estadios posteriores. No sabemos con certeza  como podría morir una enana roja y los científicos solo pueden construir simulaciones al respecto.

Próxima Centauri fue descubierta en 1915 por Robert Innes, desde el observatorio Unión de Sudáfrica en Johannesburgo. La cercanía de la estrella permitió la utilización del método de la paralaje para precisar su distancia. El resultado es 4,22 años luz de distancia y una paralaje de 768,7 segundos de arco medidos por el telescopio espacial Hubble.

Comparativa de tamaños entre el Sol, Centauri A y B y Próxima Centauri (Wikipedia).


Al parecer, Próxima Centauri está ligada gravitacionalmente al sistema de Alfa Centauri, un sistema binario que incluye las estrellas Alfa Centauri A y B, ambas muy similares a nuestro Sol. Si esto es correcto, Próxima Centauri orbita alrededor de Alfa Centauri con un período de unos 500.000 años. El asunto no se ha podido zanjar con claridad, pero los últimos estudios demostrarían que esto es así y que el sistema de Alfa es en realidad un sistema triple.


Próxima Centauri (ESA/Hubble/NASA).



Espectacular imagen del sistema Alfa Centauri, ambas estrellas son muy semejantes a nuestro Sol.


Debido a su escaso tamaño, Próxima Centauri tiene una magnitud aparente de 11 y no es visible a simple vista. Su brillo equivale apenas a 1/150 del brillo de nuestro Sol. Si estuviésemos parados sobre Alfa Centauri A -prácticamente al lado- apenas podríamos distinguir a Próxima como una débil estrella rojiza de magnitud 5. Ninguna enana roja (por no hablar de las enanas marrones) es visible a ojo desnudo desde nuestro planeta y no se puede descartar que a futuro descubramos otras en nuestra vecindad, quizá incluso más cercanas que Próxima Centauri. De las treinta estrellas más cercanas a nuestro Sol, una veintena son enanas rojas (la estrella de Barnard, Ross 154, estrella de Luyten, YZ Ceti, etc.)

En agosto de 2016 Próxima Centauri estuvo en portadas, porque ESO anunció el descubrimiento de un exoplaneta orbitando a su alrededor. El planeta fue descubierto gracias al proyecto Pale Red Dot, una iniciativa destinada a detectar exoplanetas orbitando alrededor de nuestra vecina enana. Se le designó como Próxima b y fue descubierto por el método de velocidad radial. El planeta está ubicado dentro de la zona de habitabilidad de la estrella, tiene una masa mínima de 1,3 masas terrestres y orbita alrededor de su estrella madre con un período de 11,2 días. Surgieron las especulaciones sobre si el planeta sería un lugar óptimo para albergar formas de vida. De momento podemos suponer muchas cosas, pero un antecedente negativo es que estas enanas rojas son estrellas cascarrabias. De cuando en cuando generan espectaculares fulguraciones y emiten cantidades letales de rayos X al espacio, un ingrediente que no se lleva demasiado bien con la vida. De todas formas es posible que Próxima b presente acoplamiento de marea, es decir, que siempre presenta la misma cara hacia su estrella. Si esto es así, es posible que alguna forma de vida pueda prosperar en las zonas eternamente crepusculares, donde la mezcla de día y noche genere unas condiciones más amigables para la aparición de la vida.

No hay que entusiasmarse demasiado con la cercanía de Próxima Centauri y su flamante planeta. Si pensaron que era cosa de montarse en una nave y partir les diré que es mejor meter las presas en agua fría. El viaje en una nave tipo apolo 11 consumiría decenas de miles de años. Todavía faltan décadas (seguramente siglos) para que la humanidad sea capaz de afrontar un viaje de este calibre.


Concepción artística de Próxima b. En el cielo brilla Próxima Centauri, y más a la derecha se distingue el sistema binario de Alfa Centauri.



Concepción artística de Próxima b (ESO).



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