M7 (NGC 6475) se encuentra a unos 900 años luz de la Tierra, en la constelación del Escorpión. El empeñoso Tolomeo fue el primero en registrar su presencia (de ahí su nombre) durante el siglo I, consignandolo en su catálogo estelar Almagesto. Es un cúmulo abierto con menos de cien estrellas y se encuentra en la dirección visual del centro galáctico. En opinión de muchos sería el objeto profundo más llamativo del Escorpión.
Los cúmulos abiertos están formados por estrellas nacidas de la misma nube de material estelar. Al principio se encuentran unidas por la fuerza de gravedad, pero el paso de los eones termina por desarmar estas familias. Algo similar sucederá con el grupo de las Pléyades (M45) y con todos los cúmulos estelares que hoy nos son tan familiares. De la misma forma, nuestro Sol tuvo que gestarse dentro de un cúmulo, pero durante los 5.000 millones de años transcurridos en su vida el Sol se habrá alejado considerablemente de su familia original y ya no es posible considerar con certeza donde estaba su lugar de nacimiento. Algunos estudios consideran que el cúmulo M67, ubicado en la constelación de Cáncer, podría ser el lugar de nacimiento del Sol, pero no podemos asegurarlo.
M7 se formó hace ya unos 220 millones de años, y está constituido en su mayoría por estrellas jóvenes y azules más calientes que nuestro Sol. Abarca una extensión de unos 25 años luz (seis veces la distancia que nos separa de Próxima Centauri). Visto desde la Tierra tiene un diámetro aparente de unos 80 minutos de arco, el doble que su vecino M6.
M7 es el más austral de los objetos Messier. Debido a su declinación (-34º) su observación es bastante sencilla desde el hemisferio sur. El cúmulo tiene una magnitud aparente de +3.3, distinguible a simple vista, a unos cuatro grados de la azulada Shaula (lambda Scorpii), la estrella que marca el aguijón del Escorpión, a medio camino entre Sagitario y el Escorpión. No debe ser confundido con su vecino M6. Por supuesto, sin instrumentos ópticos solo podrás ver un minúsculo borrón lechoso y nada más. Por esta razón todos los observadores anteriores al telescopio consignaban estos objetos como "nubes", sin poder descubrir su verdadera naturaleza. Se acepta que fue el astrónomo italiano Battista Hodierna el primero en distinguir las estrellas del cúmulo, registrando la existencia de una treintena antes de 1654. La ayuda de unos simples binoculares nos permitirá resolver las estrellas que forman la estructura. Un telescopio de unos 60 mm de apertura nos dará una buena apreciación del cúmulo. Dada su gran extensión es necesario utilizar oculares de campo amplio. El área central está poblada por estrellas blancas y azules de magnitud 6, con algunas rojizas dispersas por la periferia. La integrante más brillante sería HIP 87472 (HD 162517, SAO 209390), una anaranjada de magnitud 5,8 ubicada en uno de los extremos de la colección. Algunos observadores han descubierto una forma de H en el cúmulo. Al igual que las estrellas de M6, ninguna de las integrantes de M7 tiene nombre propio, solo las denominaciones asignadas por los modernos catálogos estelares. Charles Messier lo incluyó en su famoso listado de "no cometas" en 1764.
Dada su cercanía al plano galáctico, M7 aparece sobre los densos campos de estrellas del centro galáctico, hecho que tiende a enmascarar el verdadero brillo del cúmulo. Realmente este objeto sería más conspicuo si estuviese ubicado en regiones oscuras del firmamento, donde podrían lucirse sin tanta competencia.
M7 es el más austral de los objetos Messier. Debido a su declinación (-34º) su observación es bastante sencilla desde el hemisferio sur. El cúmulo tiene una magnitud aparente de +3.3, distinguible a simple vista, a unos cuatro grados de la azulada Shaula (lambda Scorpii), la estrella que marca el aguijón del Escorpión, a medio camino entre Sagitario y el Escorpión. No debe ser confundido con su vecino M6. Por supuesto, sin instrumentos ópticos solo podrás ver un minúsculo borrón lechoso y nada más. Por esta razón todos los observadores anteriores al telescopio consignaban estos objetos como "nubes", sin poder descubrir su verdadera naturaleza. Se acepta que fue el astrónomo italiano Battista Hodierna el primero en distinguir las estrellas del cúmulo, registrando la existencia de una treintena antes de 1654. La ayuda de unos simples binoculares nos permitirá resolver las estrellas que forman la estructura. Un telescopio de unos 60 mm de apertura nos dará una buena apreciación del cúmulo. Dada su gran extensión es necesario utilizar oculares de campo amplio. El área central está poblada por estrellas blancas y azules de magnitud 6, con algunas rojizas dispersas por la periferia. La integrante más brillante sería HIP 87472 (HD 162517, SAO 209390), una anaranjada de magnitud 5,8 ubicada en uno de los extremos de la colección. Algunos observadores han descubierto una forma de H en el cúmulo. Al igual que las estrellas de M6, ninguna de las integrantes de M7 tiene nombre propio, solo las denominaciones asignadas por los modernos catálogos estelares. Charles Messier lo incluyó en su famoso listado de "no cometas" en 1764.
Dada su cercanía al plano galáctico, M7 aparece sobre los densos campos de estrellas del centro galáctico, hecho que tiende a enmascarar el verdadero brillo del cúmulo. Realmente este objeto sería más conspicuo si estuviese ubicado en regiones oscuras del firmamento, donde podrían lucirse sin tanta competencia.
El cúmulo de Tolomeo (Lorand Feynes).
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La mejor época del año para su observación es durante el invierno, cuando el escorpión se encuentra alta sobre el horizonte. A mediados de julio el cúmulo casi pasa por el cenit. Por estas fechas (principios de noviembre) el cúmulo se pone por el oeste a mediados de la medianoche, y a mediados de diciembre dejará de ser visible desde la latitud de Temuco. No se lo pierdan, es un objeto fabuloso.
Densos campos estelares son el telón de fondo del cúmulo de Tolomeo, verdadera colección de diamantes (Dieter Willasch). |
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