sábado, 13 de mayo de 2017

VY Canis Majoris, la superestrella del cosmos.


Hay ocasiones en que el tamaño si importa, y sino me creen pregúntenle a VY Canis Majoris (en adelante VY CMa).

Ubicada en la constelación del Canis Majoris (el perro grande) VY Canis Majoris es una fabulosa hipergigante roja tipo M2.5, que en su momento fue la estrella más grande conocida por el hombre, si bien su tamaño exacto es aún motivo de discusión. Tendría unos 1.400 radios solares, unos 990 millones de kilómetros de diámetro. Colosal, fuera de comprensión, si ubicásemos la estrella en el lugar del Sol su volumen se extendería hasta más allá de la órbita de Júpiter.

Está ubicada a unos 4.900 años luz de nosotros, aunque la cifra es solo una estimación porque la distancia es demasiado grande para calcularla con el método de paralaje

CMa, la estrella más grande de la imagen, brilla con todo su poder en la constelación del Can Mayor.



De todas formas el verdadero tamaño de VY Canis Majoris (como el de otras supergigantes) es motivo de debate. Las estrellas de esta clase suelen estar rodeadas de una nube de material que obstaculiza los estudios, tornando difícil distinguir entre la fotosfera de la estrella y el espacio exterior. Un grupo de investigadores, liderados por Roberta Humphpreys (Universidad de Minnesota), sostiene que la estrella tendría entre 1800-2600 radios solares, casi en el límite de lo posible y que VY Canis Majoris sería el campeón indiscutido de nuestra galaxia. Otro grupo sostiene que la estrella tendría no más de 1400 radio solares -quizá apenas 600- y que por ende sería "una más del montón".

Como todas las supergigantes, la temperatura de la superficie (fotosfera) de Canis Majoris es fría, unos 3500 K, en comparación a nuestro Sol que arde a unos 5700 K. En la entrada anterior explicábamos las causas de esta aparente contradición: el núcleo de las supergigantes arde con temperaturas infinitamente superiores a las de nuestro Sol, pero la estrella es tan gigante y tan poco densa que las capas exteriores mantienen una temperatura comparativamente fría, y brindan a la estrella su característico color rojo (las estrellas más calientes descubiertas tienen color azul). Aún así la luminosidad del astro es impresionante: unas 400.000 veces superior a nuestro Sol (dentro de las 50 más brillantes). VY Canis Majoris está clasificada como una estrella variable semiregular, exhibiendo cambios en su luminosidad con un período de unos 2200 días.



El Sol y la órbita de la Tierra comparados con el tamaño de VY CMa (wikipedia).



Comparación de tamaños entre VY CMa y otras gigantes rojas (créditos en la imagen).


VY CMa tiene actualente unas 15-25 masas solares, pero durante su infancia tuvo que tener unas 40 masas solares. Después de una corta etapa de vida en la secuencia principal (en que las estrellas fusionan hidrógeno para generar luz y calor) la estrella se hinchó hasta convertirse en una hipergigante roja. El enorme tamaño de esta bestia ha causado que las capas exteriores apenas estén ligadas gravitacionalmente al resto de la estrella. La feroz actividad del viento estelar termina por eyectar las capas superficiales al espacio exterior, formando una enorme nebulosa invisible a la luz óptica, pero que puede ser detectada en el infrarrojo. Al igual que Betelgeuse y Antares, VY Canis Majoris está rodeada de complejos arcos formados de polvo y gas que se extienden a docenas de radios estelares alrededor de la estrella. La observación de la nebulosa ha permitido a los científicos calcular que VY CMa está perdiendo masa a un ritmo acelerado: en los últimos 1000 años expulsó al espacio una cantidad de masa equivalente a nuestro Sol.

En 2007 el telescopio espacial Hubble captó imágenes espectaculares de la nebulosa que rodea a VY CMa, vean:



Nube de materia alrededor de VY CMa. Son restos de capas expulsadas al espacio en bruscos episodios de viento estelar. El material es invisible en el óptico (Hubble).


Deciamos que VY Canis Majoris se encuentra en una etapa muy avanzada de su vida. Ya salió de la secuencia principal y se ha convertido en una estrella gigante, etapa en que permanecerá durante algunos cientos de miles de años. La vida de la estrella será breve, apenas una minúscula fracción de la vida de nuestro Sol. Es el destino de las estrellas masivas: arden en forma tan pródiga que malgastan rápidamente sus existencias de hidrógeno. Es posible que VY CMa ya este a un paso -a escalas astronómicas, por supuesto- de explotar como una espectacular supernova. Cuando lo haga nos dejará un bonito agujero negro de recuerdo, símbolo de su poder, tan colosal, que es capaz de perforar el entramado del espacio-tiempo.

Hoy está casi descartado que VY CMa sea el astro más grande descubierto. La pelea está entre UY Scuti y Westerlund 1-26.








El astrónomo francés Jerome Lalande fue el primero en observar la estrella, anotándola en su catálogo estelar de 1801 como una estrella de magnitud 7. La nebulosa que rodea la estrella fue descubierta por el astrónomo argentino Luís Guerín en 1917, desde el observatorio de la ciudad de Córdoba.

VY Canis Majoris tiene una magnitud aparente de 8 y por tanto no es visible a simple vista, pero si usamos un telescopio mediano ya podremos distinguirla, brillando como un diminuto puntito rojo, como uno más de los miles de astros que engalanan el firmamento. Pese a la distancia que nos separa, VY CMa (con nebulosa incluida) abarca unos diez segundos de arco en el cielo. Es difícil localizarla y los interesados deberán hacer uso de cartas estelares. Lo mejor es utilizar oculares de bajos aumentos y amplio campo visual para realizar la primera búsqueda. VY CMa está ubicada cerca del cúmulo NGC 2362, aunque no pertenece a él. Sus coordenadas son AR: 07h 22m 58s, DEC -25° 46´ 03". Es preciso ubicar a Omega CMa, la estrella brillante más cercana a nuestro objetivo y desde ahí desplazarse algunos grados hacia el este.


La constelación del Canis Majoris -hogar de nuestra superestrella- es una constelación propia del verano en el hemisferio austral, aunque también es visible durante gran parte del otoño. Los interesados tienen tiempo de sobra para intentar localizar a este titán de los cielos. Si logran enfocar a VY CMa verán un punto rojo que no se distingue gran cosa del resto de las estrellas (la nebulosa no es visible en el óptico) pero nosotros ya conocemos la verdadera magnitud de ese simple puntito.



Ubicar a VY CMa requiere algo de tiempo y paciencia, pero vale la pena.



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