martes, 12 de julio de 2016

Júpiter: Cuando el tamaño si importa


Júpiter: Cuando el tamaño si importa.

El planeta Júpiter, quinto desde el Sol, es el gigante indiscutido de nuestro sistema solar. Con una masa que es 318 veces superior a la Tierra, su diámetro es de 142.000 km, es decir, tendríamos que alinear unas 11 veces la Tierra para obtener las dimensiones de este colosos celestial. Tan vasto, que la influencia de su gravedad ha jugado (y sigue jugando) un rol esencial en la conformación de nuestro sistema solar.

Su nombre proviene de Júpiter, el mandamás romano de los cielos, y equivalente al Zeus de los griegos, que mora en el monte Olimpo rodeado de vino, una corte de chupamedias y píamente ocupado en intrigas y líos de faldas.

Ubicado a una enorme distancia, nunca inferior a 600 millones de kilómetros, su brillo es superior al de todos los planetas, con excepción de Venus, y algunas ocasiones en que Marte se muestra más brillante. Con una magnitud de -2,9, y un característico color rosado, es fácilmente localizable en el cielo nocturno y un telescopio de aficionado nos permitirá distinguir algunos de sus rasgos junto a sus cuatro lunas principales. 

Desde Júpiter la duración de los períodos de traslación se dispara: si Marte tarda "sólo" 648 días en completar una vuelta al Sol, Júpiter ya demora 11 años, Saturno 29, Urano 84 y Neptuno 164.


Júpiter en el cielo invernal a las 19:30 hrs, el planeta es fácilmente localizable debido a su notable brillo.



Hasta donde sabemos, Júpiter  no posee un núcleo sólido análogo a los planetas rocosos o terrestres (Mercurio, Venus, Tierra y Marte) sino que está compuesto enteramente de gas, en su mayoría hidrógeno con trazas de amoniaco y metano en las capas altas de su superficie. 



Comparación de tamaños entre la Tierra y Júpiter.

Visto a través del telescopio, Jupiter parece una bola achatada por los polos, efecto debido a la veloz rotación del enorme planeta, que da un giro sobre su eje (que tiene una inclinación de 3°) en apenas 10 horas, de hecho, debido a su constitución gaseosa, la duración del día es cinco minutos menor en el ecuador que en los polos.

Cuando observamos el planeta, nos presenta las capas altas de su atmósfera, que conforman un interesante y colorido sistema de bandas y zonas en constante movimiento. Estas dinámicas franjas son causadas por vientos que soplan a enorme velocidad, estimulados por la rápida rotación de Júpiter. Las estructuras insertas en estas bandas, ciclones y tormentas, fueron esenciales para calcular el período de rotación del planeta.



Desde la Tierra es imposible atisbar lo que oculta este denso velo atmosférico, y hubo que esperar hasta el advenimiento de la era espacial para que sondas automáticas nos pudiesen aportar información viable sobre la estructura del gigante. Aún se desconoce si Júpiter posee un núcleo sólido análogo a los planetas rocosos, aunque las temperaturas y presiones en su centro deben ser descomunales.  Los principales componentes de la atmósfera jovina son hidrógeno y helio, los elementos más abundantes del universo, con algunas trazas de metano y amoniaco. que delatan la constitución primigenia del planeta. Su enorme fuerza de gravedad retuvo esta capa arcaica, imposibilitando cualquier fuga hacia el espacio y frustrando metamorfosis como las que terminaron por crear condiciones aptas para la vida en nuestro mundo. Júpiter mantiene su capa original de gases venenosos, y aunque no se puede descartar la presencia de originales formas de vida que desafíen nuestras ideas, lo cierto es que la sonda Galileo no halló rastros de materiales orgánicos y la mayoría de los especialistas permanece escéptico.

Al respecto, recuerdo las ilustraciones de Adolf Schaller en el libro "Cosmos", del recordado astrónomo y divulgador de la ciencia Carl Sagan, quien imaginaba una pirámide alimenticia de formas de vida flotantes que cazaban, huían y se reproducían entre las turbulentas nubes del planeta. Incluyo las ilustraciones, sugiriendo encarecidamente la lectura del libro a todos los interesados en las maravillas del universo.


Hipotéticas formas de vida en Júpiter: presas y cazadores se desplazan entre las hostiles condiciones del planeta.

También hay muchas más preguntas que respuestas con relación a su gigantesca magnetósfera, que es, Heliosfera aparte, la estructura más grande del sistema solar. La magnetósfera es el escudo protector que detiene las partículas de alta energía provenientes del viento solar. En el caso de la Tierra, la magnetósfera se genera gracias a la rotación del núcleo de hierro del planeta, pero en el caso de Júpiter aún falta por precisas su origen y sus enormes dimensiones. Para hacerse una idea: las sondas Pioneer descubrieron que la onda de choque de la magnetósfera de Júpiter se extiende hasta más allá de la órbita de Saturno.

 Una de las consecuencias simpáticas de la existencia del campo magnético joviano es la generación de vistosas auroras polares, análogas a las terrestres, que fueron descubiertas gracias al telescopio espacial Hubble. Estas auroras contribuyen a disipar las tinieblas del planeta, en conjunción con la luz generada por las espantosas tormentas del planeta, otra vez, para dimensionar las características de este Goliat: un rayo de sus tormentas es 10.000 veces más potente que los rayos de nuestras modestas tormentas terrestres.

Quizá una de las formaciones más conocidas de Júpiter es la Gran mancha roja, un enorme anticiclón que sopla con potencia desde hace unos tres siglos. Las dimensiones y coloración de esta tormenta varían, pero en su máxima extensión alcanza un diámetro de 40.000 km., y podrías meter cómodamente tres planetas tierras en su interior, en suma, que todo es gigantesco en este campeón del sistema solar.


La gran distancia que separa a Júpiter de nuestro Sol, unos 750 millones de km. en promedio, provoca que la temperatura en las capas atmosféricas exteriores sea extremadamente baja, unos -120°C, sin embargo, en términos generales, Júpiter genera más calor del que recibe del Sol. Se ha especulado mucho cuál puede ser la fuente de esta energía interna, pero hoy se cree que la lenta contracción gravitatoria del planeta (si, Júpiter se encoge un par de cm. al año, en su origen era tres veces más grande) es la fuente de esta irradiación.



Un vista inusual: fotografía obtenida por la sonda Cassini que muestra el polo sur del gigantesco planeta. Abajo,imagen de la Tierra desde un ángulo similar.



Al igual que el dios del Olimpo mantenía su corte de lacayos y servidores, el planeta Júpiter mantiene un cúmulo de satélites orbitando a su alrededor. Según el último conteo son 67, aunque nada impide que este número se incremente en futuros descubrimientos. En sí, Júpiter y sus lunas naturales forman un sistema solar a escala, y el descubrimiento de este hecho fue fundamental para derribar el sistema geocéntrico tolemaico imperante en el siglo XVII. Galileo fue el primero que, en 1610, notó cuatro cuerpos celestes que parecían moverse alrededor del planeta cuando lo apuntó con su telescopio. Esos cuatro satélites corrersponden a los más grandes y son, por cercanía al planeta: Ío, Europa, Ganímedes y Calisto. En ulteriores entradas podremos conversar sobre esta cohorte de lunas jovianas, sin embargo, ya adelantaremos que Ganímedes es el satélite natural más grande del sistema solar y que en Europa están cifradas fundadas esperanzas de encontrar vida.



El tamaño de Ganímedes, la luna más grande del sistema solar. Es mayor que el planeta Mercurio y el planeta enano Plutón.
Su tamaño y brillo han hecho a este planeta conocido por la humanidad desde la noche de los tiempos, luego, la invención del telescopio y otros instrumentos como el espectrógrafo permitieron aumentar los conocimientos sobre el planeta. La época de la investigación por sondas automáticas comenzó en 1973, cuando la Pioneer 10 visitó el planeta, posteriormente las sondas Voyager 1, y Voyager 2 pasaron por Júpiter en 1979, en 1995 lo haría la sonda Galileo, en 2000 la sonda Cassini, y en 2007 la sonda New Horizons de paso hacia el remoto Plutón.





Por último, decir que la sonda espacial Juno de la NASA arribó a la órbita del planeta el 5 de Julio de 2016, tras un viaje de cinco años de duración. Lleva una batería de instrumentos para estudiar la composición atmosférica del planeta y su monstruoso campo magnético. No faltó inventiva en la elección de su nombre, pues Juno fue la esposa (equivalente a la Hera helena) del caprichoso dios. Una de las historia narra que Júpiter se cubrió de un espeso manto de nubes para que Juno no fuese capaz de sorprenderlo in fraganti con su amante Ío, pero ahora Juno regresa, bien pertrechada con su instrumental para descubrir que se trae entre manos su infiel marido.

En noviembre NASA comenzará a publicar las fotos obtenidas por la sonda Juno, aquí, ¡¡ no se las pierdan !!


















No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...